El Circuito Cultural Barracas (CCB), una referencia nacional y de alcance internacional para el teatro comunitario, celebrará esta semana un nuevo aniversario a través de distintas acciones virtuales, con el deseo de seguir inspirando en la creación de otros espacios artísticos en la Ciudad de Buenos Aires para “desarrollar la creatividad desde distintos ángulos y crecer todos como comunidad”.
En abril de 1996, vecinos del barrio de Barracas se organizaron para crear un grupo de teatro comunitario, con el apoyo y la coordinación de los miembros de Los Calacandras, un colectivo de actores profesionales que coordina hasta hoy el proyecto barrial
Corina Busquiazo, actriz, coordinadora del CCB y una de sus fundadoras, resaltó la vitalidad del teatro comunitario en Barracas y el sueño colectivo de replicar la experiencia en todo el distrito porteño, de cara a los festejos de mañana a las 20.30 que serán transmitidos a través sus redes sociales, YouTube y Facebook.
“Partimos de la idea de que el arte es un derecho de todos. No está bueno que el arte esté solamente en manos de los artistas. Queremos profundamente que la comunidad se haga cargo de ese desarrollo artístico de su barrio. Que ya lo vea con otros ojos, que se le vuelva más bello”, sostuvo Busquiazo a Télam al reflexionar sobre el encuentro entre los actores profesionales y el aporte de los vecinos que participan del colectivo.
Télam: ¿Cómo se preparan de cara a los festejos del próximo jueves, teniendo en cuenta las dificultades que presenta la pandemia?
Corina Busquiazo: Estamos preparando lo que podemos porque realmente lo que nosotros hacemos que es teatro y arte comunitario es con muchos, es con toda la comunidad, en el espacio público, en la calle o en nuestro espacio. Y en tiempos de pandemia, es imposible. Lo que nos queda es hacer un cumpleaños virtual que va a ser un encuentro afectivo y donde vamos a recordar estos 25 años con compañeros y compañeras, no sólo de acá sino también de muchos lugares. Nosotros pertenecemos a una red de teatro comunitario a nivel nacional, donde participan alrededor de 40 grupos de teatro comunitario de todo el país, pero también estamos en una red latinoamericana de teatro en comunidad. Somos faro y referencia de muchos grupos de teatro comunitario de la Argentina y de otros países.
T: Pese a las distintas aperturas autorizadas, en ningún momento retomaron las actividades habituales y presenciales que tenían antes de la pandemia.
CB: A veces cuesta un poco entender pero el teatro comunitario es con todos. No es lo mismo si nos juntamos cuatro y hacemos una escena. El teatro comunitario es numeroso y es con todas las generaciones juntas, sino es otra cosa. Desde que empezó la pandemia estamos rengos, haciendo lo que podemos. Mantuvimos encuentros de manera virtual y estuvimos ayudando y colaborando con organizaciones sociales del barrio, poniendo a disposición nuestro espacio para que pudieran repartir alimentos. También estamos trabajando sobre una pieza audiovisual, que va a estar lista en breve, y en un libro sobre nuestros 25 años. Para este aniversario, la idea es pintar algunos murales en distintos lugares de Barracas que reflejen lo que nosotros hacemos. Somos una organización de la comunidad que busca estrechar lazos y seguir vinculándonos. En este momento estamos en una emergencia y pagar el alquiler se nos está haciendo muy difícil, porque no podemos hacer funciones como “El casamiento de Anita y Mirko con el que llenábamos todos los sábados”. Le decimos al Estado que tenga confianza sobre los grupos comunitarios, proyectos de vecinos y vecinas que piensan que desde el arte se puede transformar a un barrio y una comunidad.
T: ¿Cuáles son las recompensas de llevar adelante un proyecto en comunidad como este?
CB: Desde el grupo que lo creó, imaginó y soñó, creemos profundamente que desde nuestro barrio podemos emitir señales que lleguen a otros lugares. La recompensa es estar en un territorio. La gente supo que pasaba eso con nuestras obras, que fueron vistas por miles de espectadores y sin salir del barrio. Supo que había una necesidad de ver ese hecho profundamente transformador y enriquecedor. Contar desde un territorio nos ha engrandecido y hecho crecer. Como reflexión, creemos que hay tantos teatristas jóvenes que quizás piensan la profesión de una determinada manera. Hacen falta directores y gente formada en teatro. Sería muy rico si en todos los barrios hubiera un grupo de teatro comunitario contando lo que sucede como una asamblea teatral. A veces desde la academia no se entiende el teatro comunitario, porque hay una zona de prestigio para cierto tipo de teatro y es más visible ante la mirada de otros países. Si existieran en cada barrio espacios donde se desarrollara la creatividad desde distintos ángulos, creceríamos todos como comunidad. Más en este momento donde se necesita tanto poder imaginar otro mundo y otras posibilidades. Reforzar la imaginación y ponernos más creativos es lo que necesitamos.