La Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional confirmó la condena a prisión perpetua al integrante de la Policía de la Ciudad que revistaba como bombero, quien asesinó a un joven al que acusó de intentar robarle junto a dos amigos en 2017 en el barrio porteño de Barracas, informaron fuentes judiciales.
La decisión fue adoptada por los jueces Eugenio Sarrabayrouse y Daniel Morín de la Sala II del Tribunal de Alzada, quienes rechazaron el recurso de la defensa y confirmaron la sentencia dictada en octubre de 2018 a Adrián Gustavo Otero (48), el primer efectivo de la Policía de la Ciudad en llegar a juicio por un aparente caso de gatillo fácil, del que fue víctima Cristian Ramón Toledo Medina (25).
Otero había sido condenado a prisión perpetua por los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional (TOC) 1, quienes lo hallaron responsable del delito de “homicidio agravado por haber sido cometido abusando de su función de miembro integrante de una fuerza de seguridad reiterado en tres oportunidades, dos de ellas en tentativa”.
La defensa de Otero presentó un recurso en el cual planteó nulidades respecto a cómo se recogieron las muestras del dermotest, a cómo fue tratado el acusado al inicio de las actuaciones y al secuestro del arma, como así también por una presunta arbitrariedad por parte del TOC 1.
En su voto, el juez Sarrabayrouse enumeró las pruebas que mostró el TOC 1, entre las que se destacan las siete vainas servidas levantadas del vehículo de Otero que se correspondían con su arma reglamentaria; el informe que indicó que la bala que mató a la víctima fue disparada por el arma del policía; y el peritaje balístico que dio cuenta de la trayectoria de los disparos.
En cuanto al agravante por su condición de miembro de una fuerza de seguridad, el magistrado recordó que el propio condenado se identificó como policía y que cuando llegaron otros efectivos al lugar lo vieron apuntándole a los amigos de Toledo.
“Decidió expresamente no actuar como un ciudadano común sino en ejercicio de su oficio, al punto que con esa calidad trató de detener a Jorge Daniel Nadalich (27) y Carlos Daniel Gavilán (26) y utilizó el arma que el Estado le proveyó para ese cargo”, aseveró el magistrado.
De esta manera, los magistrados rechazaron el recurso de la defensa y confirmaron la condena a prisión perpetua de Otero.
El hecho ocurrió el 15 de julio de 2017 a las 7.30, en el cruce de avenida Vélez Sarsfield y Australia, en Barracas, donde Toledo Medina, de nacionalidad paraguaya, circulaba en un auto Alfa Romeo.
Según los voceros, la víctima iba acompañada por Gavilán y Nadalich, ambos residentes en la villa 21-24, ubicada a unas diez cuadras de distancia.
De acuerdo a la versión de Otero, en la mencionada esquina el conductor del Alfa Romeo descendió del auto y, con un trozo de piedra, comenzó a golpearle el vidrio de la puerta delantera izquierda del Renault Logan gris, dominio NLX-954, en el cual él se encontraba.
Ante esta situación, y creyendo que se trataba de un intento de robo, Otero se identificó como oficial de Bomberos de la Policía de la Ciudad, tras lo cual, Toledo Medina se subió al vehículo con los otros jóvenes y comenzaron a circular por avenida Iriarte, según la declaración del acusado.
El bombero, oriundo de la localidad bonaerense de Lanús, relató a la Policía que comenzó a dispararle a las ruedas del Alfa Romeo mientras escapaba, hasta que el vehículo impactó en la ochava de la esquina de Vélez Sarsfield y Santo Domingo.
“Otero continuó disparando y se colocó con su auto junto al lado izquierdo del otro vehículo en que viajaban las víctimas y, con la intención de quitarle la vida, efectuó al menos tres disparos contra el conductor, Nadalich, pero no impactaron”, señaló el juez Rappa en el auto de elevación a juicio.
Luego, los policías aprehendieron a los dos jóvenes que acompañaban al fallecido por “tentativa de robo” y a Otero por “homicidio”. Sin embargo, Gavilán y Nadalicha fueron excarcelados al día siguiente ya que ninguno de los dos tenía antecedentes penales.
El acusado siempre sostuvo su versión de que él disparó contra el auto en el que se movilizaban los tres jóvenes porque quiso evitar que aquellos le robaran, pero los testimonios y los peritajes lo contradijeron, ya que el efectivo efectuó unos ocho disparos contra el vehículo.