El Comité de la Unesco declaró al Museo Sitio de la Memoria ESMA como Patrimonio de la Humanidad por considerarlo un sitio para la memoria y fue incluido dentro de los monumentos y zonas protegidas por el organismo en el mundo. Al respecto opinó para Télam Guillermo Torremare, presidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH).
(Por Guillermo Torremare) A 40 años de la recuperación democrática podemos decir que las y los argentinos hemos hecho nuestros los conceptos rectores de Memoria, Verdad y Justicia.
Porque lo hicimos, sabemos de la necesidad de conservar archivos, señalar lugares y recordar a las víctimas, y ello es Memoria. Sabemos que es indispensable investigar para descubrir y revelar todas las circunstancias de la perpetración del genocidio, y ello es Verdad. También sabemos que juzgar y sancionar los delitos cometidos, es justicia. Y por eso es que en los últimos 17 años se han dictado alrededor de 300 sentencias que condenaron a más de 1100 represores, encontrándose hoy en trámite 337 causas en las que se investigan a 1040 imputados.
La decisión de UNESCO de incluir a “Museo Sitio de Memoria ESMA – ex centro clandestino de detención, tortura y exterminio” en el listado de bienes que son Patrimonio de la Humanidad tributa de extraordinaria manera al sostenimiento de esos tres pilares.
El hecho es importantísimo porque otorga al sitio, en términos de la Convención de Patrimonio Mundial, “valor universal excepcional”, pasando a formar parte del limitado lote de 869 lugares que conforman la nómina en todo el planeta, entre ellos el Campo de Concentración Nazi Auschwitz-Birkenau en Polonia y el Memorial de la Paz de Hiroshima en Japón, lugares emblemáticos de la defensa de los derechos humanos.
Es una verdad histórica, judicialmente comprobada, que en la ESMA oficiales y suboficiales pertenecientes a la Armada Argentina, siguiendo un plan sistemático rigurosamente pergeñado, torturaron y asesinaron a más de 5000 personas, robaron bebés nacidos en cautiverio, ejercieron violencia sexual y de género, sometieron a grupos de personas detenidas-desaparecidas a trabajos forzados de diversa índole, y organizaron la apropiación de bienes muebles e inmuebles de las víctimas.
Frente a esa realidad -y por si hiciera falta- la declaración de UNESCO viene a imponer un valladar infranqueable a las manifestaciones negacionistas que ocasionalmente se expresan en minoritarios sectores de la sociedad argentina, al tiempo que reconoce la trascendencia de la inagotable lucha colectiva en la construcción de la Memoria, el conocimiento de la Verdad y la consagración de la Justicia.