Estas semanas la lectura de Clarín se vuelve imprescindible, no por ser una fuete fidedigna de información, sino para analizar las operaciones políticas que el ahora medio oficialista no cesa de publicar.
La semana pasada dimos cuenta de cómo el hijo de Wiñazki armaba un escenario de caos y paranoia con ninguna fuente chequeable. Hoy es Osvaldo Pepe quien con el título “Cepo K a la política”, se atreve a indicar que “el kirchnerismo duro siembra y sembrará las calles de protesta en el gobierno de Macri”.
Lo de “kirchnerismo duro” lo vienen utilizando mucho, es probable que su intención sea desarticular el gran frente popular que se congregó el 9 de diciembre en Plaza de Mayo a despedir y escuchar a Cristina Fernández de Kirchner. Con “duro” refieren a un pequeño círculo, al poco poder que responde sin fisuras a la Conductora del Movimiento Nacional Peronista. Ilusiones.
Lo interesante es la base real que da por válida y sobre la cuál el “kirchnerismo duro” “es probable que quiera tejer un alboroto mayor para fin de año”. Probabilidades, de eso se trata el oficio de editor en Clarín, parece.
Esos alborotos se darían “ante el previsible desorden de precios y limado de salarios que acompaña los procesos devaluatorios, como el que acaba de sincerar la nueva administración”, nos dice Pepe, casi al pasar. Si hay “desorden de precios y limado de salarios”, el alboroto no lo va a armar nadie, sino que se dará sólo como defensa del bolsillo de los trabajadores, podríamos decir, ya que también tenemos el derecho a la probabilidad, por ahora.
Pero Pepe va un poco más allá, y lanza “los fantasmas del pasado asoman en los provocadores impunes de insulto fácil”. Y acusa: “Carlos Kunkel, Hebe de Bonafini (nada queda ya de aquel símbolo de luchadora tenaz contra la dictadura) y Milagro Sala, por ejemplo, ya mostraron sus dientes”.
Luego de una diatriba que poco ha evolucionado de aquel gorilismo clásico de la década del ´50, donde dirá cosas como “la concepción del poder K es un cepo a la política, o se tiene el poder o se disputa por mantenerlo y/o recuperarlo a como dé lugar”, va al punto de la cuestión.
“Sólo el peronismo institucional (gobernadores, intendentes, el justicialismo renovador y el federal) le dará al Presidente la cuota de apoyo y necesarios disensos para sostener su gobierno”. La operación al descubierto: por un lado el kirchnerismo fanático que no sabe perder, y por otro el peronismo institucional, que sabe y puede ayudar. Esa negociación que ahora no será con la caja del Estado para apretar a las provincias, sino puro republicanismo macrista.
Para el final deja un hilo de algo que analizaremos en otro artículo, y que es la capacidad de recule del Presidente. “Macri ya pisó terrenos cenagosos con la designación de jueces de la Corte “en comisión”, pero dijo que está dispuesto a corregir lo que deba corregir. Ese gesto vale por 10 movilizaciones de políticos doblemente perdedores, en la Provincia y en su propio distrito, como el antiperonista Sabbatella”. Un Presidente que al retroceder, avanza. Será nomás que volvemos al pasado. (Agencia Paco Urondo)
La semana pasada dimos cuenta de cómo el hijo de Wiñazki armaba un escenario de caos y paranoia con ninguna fuente chequeable. Hoy es Osvaldo Pepe quien con el título “Cepo K a la política”, se atreve a indicar que “el kirchnerismo duro siembra y sembrará las calles de protesta en el gobierno de Macri”.
Lo de “kirchnerismo duro” lo vienen utilizando mucho, es probable que su intención sea desarticular el gran frente popular que se congregó el 9 de diciembre en Plaza de Mayo a despedir y escuchar a Cristina Fernández de Kirchner. Con “duro” refieren a un pequeño círculo, al poco poder que responde sin fisuras a la Conductora del Movimiento Nacional Peronista. Ilusiones.
Lo interesante es la base real que da por válida y sobre la cuál el “kirchnerismo duro” “es probable que quiera tejer un alboroto mayor para fin de año”. Probabilidades, de eso se trata el oficio de editor en Clarín, parece.
Esos alborotos se darían “ante el previsible desorden de precios y limado de salarios que acompaña los procesos devaluatorios, como el que acaba de sincerar la nueva administración”, nos dice Pepe, casi al pasar. Si hay “desorden de precios y limado de salarios”, el alboroto no lo va a armar nadie, sino que se dará sólo como defensa del bolsillo de los trabajadores, podríamos decir, ya que también tenemos el derecho a la probabilidad, por ahora.
Pero Pepe va un poco más allá, y lanza “los fantasmas del pasado asoman en los provocadores impunes de insulto fácil”. Y acusa: “Carlos Kunkel, Hebe de Bonafini (nada queda ya de aquel símbolo de luchadora tenaz contra la dictadura) y Milagro Sala, por ejemplo, ya mostraron sus dientes”.
Luego de una diatriba que poco ha evolucionado de aquel gorilismo clásico de la década del ´50, donde dirá cosas como “la concepción del poder K es un cepo a la política, o se tiene el poder o se disputa por mantenerlo y/o recuperarlo a como dé lugar”, va al punto de la cuestión.
“Sólo el peronismo institucional (gobernadores, intendentes, el justicialismo renovador y el federal) le dará al Presidente la cuota de apoyo y necesarios disensos para sostener su gobierno”. La operación al descubierto: por un lado el kirchnerismo fanático que no sabe perder, y por otro el peronismo institucional, que sabe y puede ayudar. Esa negociación que ahora no será con la caja del Estado para apretar a las provincias, sino puro republicanismo macrista.
Para el final deja un hilo de algo que analizaremos en otro artículo, y que es la capacidad de recule del Presidente. “Macri ya pisó terrenos cenagosos con la designación de jueces de la Corte “en comisión”, pero dijo que está dispuesto a corregir lo que deba corregir. Ese gesto vale por 10 movilizaciones de políticos doblemente perdedores, en la Provincia y en su propio distrito, como el antiperonista Sabbatella”. Un Presidente que al retroceder, avanza. Será nomás que volvemos al pasado. (Agencia Paco Urondo)