En una nota del 16 de agosto pasado, con motivo del regresivo convenio entre Macri y Scioli para expandir el enterrado de basura en el conurbano bonaerense, lamentábamos la decisión del Jefe de gobierno porteño de ordenar el retiro de los contenedores de las calles de la ciudad de Buenos Aires.
Los contenedores diferenciados resultan una pieza clave en dirección a los objetivos de la Ley Basura Cero, que debieran alcanzarse en el 2024, o sea, el 100% de residuos secos se deberían recuperar hacia esa fecha y sólo se enterraría basura orgánica.
Decíamos, entonces, que nos resultaban curiosas las declaraciones de Macri: “…estamos muy comprometidos en reciclar y reducir la cantidad de basura que producimos” pocos días después de haber dispuesto el retiro de los contenedores barriales para la separación domiciliaria de residuos húmedos y secos.
Pero, como por arte de biribirloque, los contenedores están de vuelta. De la misma forma en que se dispuso sacarlos sin justificativo vuelven sin explicaciones. Tampoco informó el Gobierno de la Ciudad cuál es la lógica subyacente de la medida de reintroducir un solo tipo de contenedor en el que los vecinos arrojarán en forma indiscriminada residuos secos (papel, cartón, plásticos, vidrio, metales, etc.) junto a restos de comida y otras formas de basura orgánica.
Aunque una cosa es segura: el contenedor indiferenciado no es un paso hacia obtener los objetivos de la Ley “Basura Cero”, sino todo lo contrario. Y en cuanto a su lógica subyacente, no parece ser otra que la de favorecer a las empresas concesionarias de la recolección de residuos domiciliarios en la Ciudad de Buenos Aires, sobre todo si se recuerda que en la fallida propuesta del Ejecutivo porteño de renegociación de los contratos se abandonaba el concepto de área limpia, por el del peso de la basura.
La reintroducción de un solo tipo de contenedor en versión magnánima tampoco ayuda a mejorar la limpieza de la Ciudad; los cartoneros seguirán revolviendo la basura y despanzurrando bolsas en busca de cartones y botellas y otros residuos secos de valor. Macri aparece muy empeñado en teoría en mejorar la higiene urbana. El slogan “Jugá Limpio” de su intensa campaña publicitaria, (admonitorio para con los vecinos y veladamente exculpatorio de si) no resulta a está altura ni recíproco ni simétrico.
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