¿Seguimos usando amianto?

Por Antonio Elio Brailovsky

El asbesto o amianto es una sustancia peligrosa de muy amplia difusión. Se trata de uno de los materiales para los cuales la relación beneficio/riesgo es más desfavorable, lo que ha llevado a prohibirlo en muchos países, entre ellos la Argentina. En este caso, por resolución del Ministerio de Salud de la Nación.

La asbestosis es una enfermedad grave y a menudo mortal, provocada por la inhalación de fibras de este material, que se clavan en los pulmones y los van dañando. Con frecuencia, la asbestosis lleva al cáncer de pulmón. En numerosos casos, en el momento en que se diagnostica, sus efectos ya son irreversibles.

Marco Polo viajó por Oriente hacia el año 1200 y cuenta que en China hay minas de un mineral del que se hace un paño, que si se arroja al fuego, no sufre combustión. “Estos paños no los sacan blancos del telar, sino que los arrojan al fuego y los dejan durante una hora en la llama: entonces se tornan blancos como la nieve y no se chamuscan por el fuego. Otro tanto se hace asimismo a la hora de limpiarlos, pues no se les da otro lavado para quitarles las manchas”, dice Marco.

El uso masivo del asbesto o amianto es una consecuencia directa de la Revolución Industrial iniciada a mediados del siglo XVIII y la generalización de la máquina de vapor. Por primera vez en la historia, tenemos una civilización basada en el uso masivo del fuego. Las máquinas de vapor reemplazaron a los esclavos en muchas sociedades y la sociedad se mecanizó hasta niveles nunca antes imaginados.

El espectacular crecimiento de las combustiones en miles y miles de calderas generó incendios masivos como nunca antes había ocurrido. Para evitar que los fuegos se hicieran incontrolables, se hacía necesario contar con algún material ignífugo, que permitiera disminuir los riesgos generados por esa actividad fabril. El material estaba disponible desde hacía muchos siglos, sólo que antes no era necesario usarlo. La Revolución Industrial transforma el amianto de una curiosidad en una materia prima esencial.

El amianto es incombustible, resiste temperaturas muy altas (su punto de fusión es de 1.500 grados centígrados), es inalterable por las bacterias, resiste a la electricidad, no se gasta, es más sólido que el acero y además es barato. Es decir, que es el producto que necesitaba la Revolución Industrial.

Durante todo el siglo XX se generalizó su uso alcanzando las mayores cotas en la década de 1970, a partir de la cual ha disminuido drásticamente en los países desarrollados debido a sus efectos sobre la salud de los trabajadores.

El silencio sobre los daños provocados por el asbesto tiene que ver con la enorme cantidad de usos de esta sustancia en la industria y en la vida cotidiana. Esto no significa que el asbesto sea técnicamente insustituible. Significa que la industria ha buscado muchos cómplices para crear una trama de intereses que haga más difícil su reemplazo.

El amianto, una vez inhalado, se instala en el pulmón y es muy difícil de eliminar. El organismo moviliza contra él su sistema inmunitario y una primera línea de macrófagos. A pesar de todo, las fibras desencadenan una fibrosis, un espesamiento de los pulmones que se va manifestando poco a poco por una insuficiencia respiratoria y también por alteraciones genéticas en las células de la pleura y de los pulmones, que son causa del cáncer.

Las muertes por amianto se cuentan por miles en todo el mundo y por ese motivo, la tendencia internacional es la prohibición de esta sustancia y su reemplazo por otras de menor riesgo. Sin embargo, el responsable de Salud Laboral y Medio Ambiente de Euzkadi, Jesús Ilarramendi, señala que: “Hay un pacto de silencio. La prohibición europea sobre el amianto no evita que esté presente en nuestra vida y entorno laboral”.

Para ver el grado en que esas normas se cumplen entre nosotros, hicimos un ejercicio con las personas que realizan el Curso de Postgrado de Cómo Organizar una Defensoría Ambiental. Se trata de una actividad docente que realizamos por Internet la Lic. Nélida Harracá y yo, en el marco de Cursos Ambientales On Line y la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN).

Les pedimos a los cursantes que registraran en el lugar en que viven qué sabían sobre la prohibición del amianto y que después intentaran comprar una plancha de este material. En el caso de Argentina, como ha sido prohibido por un organismo nacional, la prohibición debería regir para todo el país. Los resultados nos muestran que no hay ninguna razón para quedarse tranquilos una vez que una sustancia peligrosa ha sido formalmente prohibida. La acción ciudadana debe continuar para verificar si esa prohibición se cumple.

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TRABAJO PRÁCTICO: BÚSQUEDA DE AMIANTO

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