Agencia Walsh
El encuentro entre el atleta discapacitado Martín Sharples y el presidente del Comité Olímpico Argentino, Julio Cassanello terminó con una agresión hacia el deportista. Un pedido de justicia y la reacción de un represor.
Julio Cassanello es el presidente del Comité Olímpico. Durante la última dictadura militar fue intendente de Quilmes entre 1979 y 1982. Martín Sharples, atleta discapacitado y luchador por los derechos humanos, le recriminó su pasado durante un acto oficial y fue golpeado por un grupo de custodios.
“Les pido a los dirigentes de las federaciones que forman parte del Comité Olímpico Argentino que en nombre de los miles de torturados y desaparecidos destituyan del cargo a Cassanello”.
En medio del salón, el grito de Martín Sharples se escuchó como sólo pueden hacerlo las palabras pronunciadas para reclamar justicia.
El rostro de Cassanello, de Julio Casanello, el presidente del Comité Olímpico Argentino e intendente del partido bonaerense de Quilmes durante cuatro de los siete años que la dictadura militar gobernó el país, perdió el color.
Sharples llegó a terminar la frase antes de que un grupo de matones especialmente adiestrados se le arrojó encima, lo golpeó y asfixió ante la presencia de periodistas, deportistas y autoridades del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
“Parecía un grupo de tareas (…) Me rodearon cuatro tipos, sin mediar ningún tipo de aviso. Me pegaron, me hicieron un ahorcamiento para callarme y me tiraron a la calle”.
Excepto por el final, lo que Sharples vivió hace poco más de una semana en el lujoso edificio de la empresa Telecom, una de las auspiciantes de la delegación que participará en los Juegos de Beijing, se asemeja a la sufrida por miles de víctimas durante el tiempo de la represión militar: ni uno solo de los presentes lo auxilió mientras era arrastrado por ese “grupo de tareas”. Ni siquiera el secretario de Deportes, Claudio Morresi, quien en la dictadura sufrió el secuestro y la desaparición de su hermano Marcelo y es un activo militante de los derechos humanos.
“Me llamó y me dijo que no sabía que era tan grave. Se solidarizó conmigo, pero no hubo otra acción directa”, dijo Sharples.
A propósito, ¿quién es Sharples? ¿Y quién es Cassanello?
Si hubiera continuado jugando al rugby, seguramente se habría resistido a la acción de los vigiladores privados del Comité Olímpico.
Sin embargo, debió dejar ese deporte en 1993, cuando tras protagonizar un accidente de tránsito sufrió la amputación de la pierna izquierda.
Sharples le plantó pelea a la situación y decidió convertirse en atleta. Participó en competencias gracias a la utilización de una prótesis y fue el primero en completar una maratón de 42 kilómetros en esa condición.
Sin embargo, por falta de respaldo económico debió cambiar de modalidad de competencia y hacerlo en silla de ruedas.
Entre octubre y diciembre del año pasado recorrió a pie y en bicicleta los 2.145 kilómetros de la denominada “Ruta del Che” entre La Higuera, en Bolivia, y Buenos Aires. Lo hizo para reclamar la inclusión social de las personas discapacitadas, reivindicar “la lucha revolucionaria” de las 30.000 personas asesinadas por los militares y para exigir la aparición con vida de Julio López.
“Cómplice de la dictadura”, le reprochó Sharples a Cassanello durante la tarde de Telecom. Y más que cómplice, el presidente del COA fue miembro reconocido y referente de la etapa más sangrienta del país.
Entre 1979 y 1982 se desempeñó como intendente de Quilmes bajo la gobernación de Ibérico Saint Jean, aquel dueño de la muerte que cierta vez dijo: “Primero mataremos a los subversivos; después, a sus colaboradores; después, a sus simpatizantes; después, a los que permanezcan indiferentes; y finalmente a los tímidos”.
Su gestión exitosa como dirigente del club Quilmes cuando consiguió el título nacional de fútbol en 1978 propició su llegada a la intendencia por elección de los represores militares un año después.
Cassanello, que decía tener un origen político en el radicalismo, permaneció en el poder quilmeño hasta 1982, y enseguida, por su profesión de abogado, se reconvirtió en juez. Nueve años después intentó regresar a la intendencia por la vía democrática, pero fue derrotado por Aníbal Fernández.
Llegó a la dirigencia del Comité Olímpico Argentina como representante de la Confederación de Taekwondo y reemplazó en el cargo al coronel Antonio Rodríguez, otro referente del militarismo que se mantuvo en organismo deportivo durante tres décadas.
“Vine aquí a hablar sólo de deporte”, balbuceó Cassanello después de que Sharples fue arrojado a la calle por sus matones.
Su concepción “democrática” parece no haber cambiado