Por Oscar Taffetani (APE)
Antes del 24 de Marzo de 1976 ya estaban echadas las suertes del exterminio: listas de militantes populares que la Triple A debía asesinar; zonas y jurisdicciones clandestinas para la represión militar; un conjunto de dirigentes de las “fuerzas vivas” y la “sociedad civil” (y de los partidos políticos tradicionales) que revistarían como funcionarios del gobierno de facto, y que ejecutarían las políticas bendecidas por el Imperio.
Después del 24 de Marzo de 1976, la maquinaria de exterminio cobró velocidad, acopió miles de muertes y desapariciones; diezmó la dirigencia obrera combativa y borró los convenios y conquistas alcanzados en el mejor momento “distributivo” de la sociedad argentina. Comenzó, además, el endeudamiento externo del país, como bomba letal de efecto retardado.
Después-después del 24 de Marzo de 1976, al reanudarse el ciclo denominado Democracia, un político con votos habló de punto final y de obediencia debida, para proteger a una masa de empleados, funcionarios y verdugos utilizados en las tareas de exterminio. Y la bomba del endeudamiento externo continuó aumentando su carga.
Después-después-después del 24 de marzo de 1976, siempre durante el ciclo de la Democracia, otro político con votos terminó de perdonar a los verdugos y esgrimiendo el arma terrible de la Deuda, consiguió privatizar y enajenar el patrimonio del Estado, favoreciendo además, con el pago de coimas y regalías, a un sinnúmero de amigos y funcionarios y gobernadores.
Después-después-después del 24 de marzo de 1976, tras un traumático interregno de fin de siglo, otros políticos de la Democracia lloraron públicamente por los efectos devastadores del endeudamiento externo y las privatizaciones. Los últimos, decidieron que era hora de sanear las finanzas del Estado, pagar la abrumadora Deuda aprovechando un tiempo de buenas cosechas, y comenzar a construir lo que dieron en llamar “un país en serio”.
En ese tiempo, la distribución de la renta y las riquezas argentinas llegó a su punto más alto de injusticia e inequidad. En regiones privilegiadas como la pampa gringa santafesina o escenarios tradicionalmente bellos como el Jardín de la República, se dibujaron las siluetas vergonzosas (y avergonzantes) de niños sin pan y sin escuela, sin familia y sin horizonte.
A esos niños argentinos, si acaso nos pudieran escuchar, sería muy difícil explicarles que el 24 de Marzo de 1976 es una fecha importante. En el calendario del hambre, todos los días son iguales.