Por Carlos del Frade (APE)
Manuel Alderete, alias el Chueco, le sacó diez pesos a un fotógrafo. Pasó más de dos años preso sin condena.
Dicen, además, que recibió una sanción atenuada por mayoría de votos. Extraña magnanimidad de la justicia de Santiago del Estero, provincia donde ocurrió el suceso de marras.
Dos años por robar diez pesos.
En un país que fue robado en miles de millones de dólares y cuyos responsables están libres, viven aquí, se reciclan como funcionarios en distintos estados y explican cómo fue el despojo.
Curioso país la Argentina del tercer milenio.
Dos años y dos meses para el Chueco por diez pesos e impunidad para los grandes delincuentes de guante blanco.
Quizás el juego mental de los jueces supuso el secuestro de la persona que está en la cara del billete de diez pesos, Manuel Belgrano.
Secuestrar a Belgrano bien valdría una pena de consideración.
Pero también aquí habría que pensar que el prócer tantas veces evocado, fue varias veces estafado por quienes dijeron seguir sus pasos.
Manuel Belgrano decía que la felicidad del pueblo estaba en la distribución de las riquezas y que el estado debía ir en contra del contrabando y la corrupción porque si no, se corría el riesgo de multiplicar la cantidad de desesperados, escribió casi en la mayoría de su epistolario que reúne a más de trescientas cartas.
Belgrano murió en la pobreza y le tuvo que pagar con una incrustación de oro de su dentadura las deudas contraídas con su médico de cabecera.
Belgrano, la imagen del billete de diez pesos, fue víctima de los que entregaron el país por mucho más que el valor que representa el papel moneda.
Pero no hubo castigo para los que traicionaron a Belgrano, ni ayer ni hoy.
Si hay castigo para el otro Manuel, Manuel “Chueco” Alderete, por robarse un billete de diez pesos. Cinco años pidieron contra el Chueco porque pesaba una supuesta exhibición de cuchillo o daga.
Alderete salió en libertad porque ya pagó más de dos años aunque nunca había recibido la consabida condena.
Ahora es probable que Alderete y Belgrano se vuelvan a encontrar. Quizás en una plaza que recuerde al prócer o tal vez, en un bar, relojeando la pintura que aparece en el billete de diez pesos.
Los dos Manuel se mirarán mutuamente y cada uno, desde sus universos propios, pensarán que fueron castigados con alevosía y que no tuvieron posibilidades de cambiar su situación porque no les dieron oportunidad.
A Belgrano le seguirán mintiendo y al Chueco, también.
Por detrás de los diez en pesos en cuestión, la justicia santiagueña ha vuelto a demostrar que solamente la cárcel y las condenas están hechas para los derrotados, sean próceres o desesperados del presente.
Fuente de datos:
Diario El Liberal – Santiago del Estero 07-03-07