A menos que quiera pagar una multa de 50 a 200 pesos no hay otra: en la Ciudad de Buenos aires, la basura se saca en la estrecha franja de las 8 a las 9 de la noche.
Eso, en caso de que no tenga la suerte de un contenedor cercano, si vive en una casa. Ud se preguntará por qué algunos tienen coronita y pueden tirar su bolsa de residuos en el contenedor de su cuadra a la hora que les plazca. Como el Gobierno de la Ciudad decidió interrumpir el “programa de contenerización”, las probabilidades están en su contra. Es más probable que no haya uno cerca.O quizá aspire a saber por qué se dejaron de colocar los contenedores, sobre todo cuando se habían empezado a instalar en pares: uno para residuos húmedos y otro secos. Algo que parecía un gran avance en la protección del ambiente.
Imagínese que nos hubiéramos ido acostumbrado a sacar dos bolsas, una con papeles, cartones, metales, botellas, etc. y la otra con los restos de comida. ¿Cuánto calcula que hubiera transcurrido para que, digamos, el 80% de la población terminara tomando conciencia de la importancia de separar en origen? ¿Dos años, tres, cinco?
Pues bien, el Gobierno de Macri decidió no esperar, ni seis meses. Resolvió que la gente es sucia por naturaleza (Juegue limpio, dice la propaganda oficial que desplaza la responsabilidad del Gobierno de mantener limpia a la Ciudad, a sus habitantes). Y de la noche a la mañana, chau contenedores diferenciados. El Gobierno de la Ciudad decidió que la experiencia de separación domiciliaria había fracasado. No se tomaron siquiera el trabajo de mandar un inspector a controlar a los recolectores de basura que vuelcan el contenido de los dos contenedores en el mismo camión.
Sin embargo, los inspectores de la Ciudad están y les han encargado ahora controlar que usted no se convierta en un triste infractor y saque la basura a las 7 de la tarde, o cuando vuelve de su trabajo a las, 21:30 para citar otro ejemplo.
Los inspectores no van estar agazapados, vigilando en las inmediaciones de su casa o la nuestra con el fin de agarrarnos con las manos en la masa. Son apenas 45. Tienen asignada una misión mucho más elevada: revolver la basura en busca de pruebas incriminatorias.
Ud. se preguntará ¿Qué son las pruebas incriminatorias y para qué las quieren? Sucede que los porteños y porteñas somos vivos, nos pasamos de listos y listas. Los especialistas en conducta ciudadana que trabajan en el Gobierno de la Ciudad saben que hecha la ley hecha la trampa. Y que su vecino desconsiderado, el que saca la basura a cualquier hora no la va a dejar frente a su propia casa, para que lo multen. No señor. De ninguna manera; camina unos metros y la deposita disimuladamente frente a la suya. Nos referimos a la casa de usted, vecino, que es una persona cumplidora de las reglas.
Entonces, ¿Para qué van a revolver la basura los señores inspectores del Gobierno de la Ciudad? Efectivamente: para preservar su buen nombre y honor y castigar al crápula de al lado. ¿Cómo? Revolviendo hasta encontrar algún recibo, factura, alguna cartita comprometedora –de la cual el señor o la señora decidieron deshacerse– un cuaderno viejo de tercer grado donde figura el apellido del niño cuyo padre tiene el mal hábito de dejar la bolsa frente a su casa y no a la de él, para citar unos pocos ejemplos de culpabalidad.
Pero dejemos que lo explique un especialista:
“Nuestros inspectores abren las bolsas y buscan elementos de prueba, como facturas o cartas. Al acta de comprobación se adjunta esa prueba o una foto de ésta, que es remitida a la Dirección General de Faltas Especiales de la Agencia Gubernamental de Control. Después un controlador cita al infractor, al que también se le deja una faja roja de advertencia. A raíz de las sanciones, la gente se cuida más”, dijo Carlos Díaz, titular de la Dirección General de Inspección de Higiene Urbana dependiente del Ministerio de Espacio Público de la Ciudad, en declaraciones a un matutino porteño.
Un contribuyente a un foro de Internet, responde: “Si alguno me viene a husmear la basura, lo saco a patadas en el culo y le mando una demanda por violar propiedad privada. ¿No?” en franca incitación a la violencia generalizada que Ud. no comparte ¿No?
La cara oculta de la luna
La cuestión de la basura tiene un costado oscuro, que permanece oculto como el otro lado de la luna que nunca vemos. Lo que se nos muestra es una pantalla con campañas de marketing (Jugá limpio) o acciones bochornosas como ésta que estamos comentando para entreternos y hacernos creer que el Gobierno de la Ciudad se está ocupando del tema en serio.
La disposición final de los residuos de viviendas, comercios, restaurantes, hoteles, etc. que producimos en la abrumadora cantidad de 4.500 toneladas diarias presenta un enorme desafío ambiental.
Los legisladores porteños votaron en 2007 una suerte de ley marco para que el Ejecutivo se guiara por ella al encarar la renovación de los contratos de Higiene Urbana con las empresas prestatarias de la recolección de residuos. La Ley Nº 1854 de Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos, conocida como Basura Cero, introduce un conjunto de medidas orientadas a la reducción en la generación de residuos, la separación selectiva, la recuperación y el reciclado.
Macri no juega limpio
Con esta ley se pone en funcionamiento el mecanismo previsto para que las actividades vinculadas a la selección de materiales y reciclado puedan realizarse dentro de la Ciudad de Buenos Aires. Los contenedores diferenciados resultan una pieza clave en dirección a esos objetivos que prevén para 2024 recuperar el 100% de residuos secos y enterrar sólamente basura orgánica.
En su lugar , Macri envía a la Legislatura un proyecto de licitación que extiende el plazo actual de cinco años de concesión a diez y vuelve al sistema anterior por peso recogido en lugar de por área limpia, que nada tiene que ver con los objetivos de la ley Basura Cero. Como nota de color, cabe recordar que el mote de “delincuentes” que robaban la basura endilgado por Macri a los cartoneros, lo pronunció cuando regía el sistema de pago por peso, igual al que tenía MANLIBA (Mantenga Limpia Buenos Aires) la empresa familiar del Grupo. Por otra parte, el Jefe de Gobierno firma con Scioli en agosto de 2008 un convenio para incrementar la cantidad de residuos que la Ciudad entierra en el conurbano, un claro retroceso para el ambiente y los residentes próximos a los futuros basurales.
El 31 de marzo último, legisladores de la oposición presentaron un proyecto de ley, que obliga a las empresas recolectoras de residuos a incorporar los criterios establecidos en la ley de Basura Cero. Los puntos centrales del proyecto son la separación de residuos en origen, la recolección diferenciada y la incorporación paulatina de las cooperativas de recuperadores. Para que el proyecto se convierta en ley deberá contar con algunos votos del bloque oficialista de la Legislatura. Algo aún más dificil de obtener si después del 28 de junio el PRO obtuviera mayoría absoluta en la Legislatura de la Ciudad.