El escueto proyecto consta de dos artículos:
Articulo 1º.- Prohíbese en los cementerios del ámbito de la Ciudad de Buenos Aires, el uso de agua en las jardineras externas y floreros de bóvedas, sepulturas y nichos, entendiéndose por jardineras el florero que se coloca en el receptáculo provisto por la estructura de la sepultura o nicho.
Articulo 2º.- Reemplácese el agua de los recipientes enunciados en el articulo 1º por arena húmeda o similar.
Entre los fundamentos el legislador sostiene que es “imprescindible realizar los mayores esfuerzos en pos de limitar al máximo la posibilidad de proliferación” del mosquito Aedes Aegypti, portador del virus del dengue. “Teniendo en cuenta que las visitas a los cementerios en los casos de mayor frecuencia suelen ser semanales –sostiene Pagani– el agua colocada en floreros y jardineras se convierten en un lugar de alto riesgo” por lo cual propone prohibir la utilización de agua en los mismos. “La prohibición que se propone –sostiene el legislador– no irá en perjuicio de quienes mantienen la arraigada costumbre de ofrecer flores a sus seres queridos fallecidos, ya que las mismas pueden mantenerse de igual manera en arena humeda o productos sintéticos”.
El gobierno de la Ciudad actuó rápidamente en los tres cementerios bajo su jurisdicción (Chacarita, Recoleta y Flores) ordenando al personal encargado del cuidado de las tumbas vaciar el agua y reemplazarla por arena o tierra
