Como ustedes saben, la nuestra es la única cultura en la historia en la que los ritmos de la naturaleza pueden pasar desapercibidos. En Buenos Aires casi no se ven los atardeceres y los porteños reconocen la caída del sol por el aumento de la luz eléctrica, la misma que nos impide saber en qué fase de la luna nos encontramos.
Hagan una prueba: pregúntenle a cualquier persona en qué dirección está el norte. La mayor parte se quedará pensando e indicará algo casi al azar.
Este escamoteo del medio natural al que pertenecemos no es inocente, sino que responde a una construcción cultural orientada por los mismos intereses que se benefician con la destrucción de la naturaleza.
Por eso, mi insistencia en recordar los ritmos naturales.
Agrego además que los argentinos recuerdan a Manuel Belgrano como el creador de su Bandera, pero suelen olvidar su rol como el primer ecologista del Río de la Plata. A esto contribuye la iconografía oficial, que lo suele representar como militar y a caballo, y con un uniforme de gala que tal vez no tuviera. Si no hubiese creado la bandera lo habrían olvidado; en vez de olvidarlo, lo distorsionaron.
De Belgrano nos interesa su esfuerzo por conservar los bosques y los suelos. Belgrano tenía la impronta de los fisiócratas y se enfrentaba a lo que hoy sería la doctrina monetarista. La economía de los reyes se basaba en el dinero y en los metales preciosos. Pero la economía de los pueblos tiene que estar basada en el cultivo de la tierra.
Podemos sospechar que la Primera Junta de Gobierno se lo sacó de encima mandándolo a la guerra para que no cuestionara los intereses de los comerciantes del Río de la Plata. Belgrano molestaba por sus ideas económicas.
A principios del siglo XIX, el famoso naturalista y explorador Alexander Von Humboldt, desarrolla la primera mirada ecologista moderna con una concepción integradora de la naturaleza. El pensamiento ecológico y ambiental de Humboldt fue tomado por Belgrano, pero también por Simón Bolívar en lo que ahora es Venezuela; en Colombia por Francisco José de Caldas y en Uruguay por José Artigas. Cuando Artigas intenta entregar las tierras a los pobres, a los negros y a los indios para que las trabajaran, está siguiendo esa misma concepción, tan opuesta a las que después diseñó los países en los que vivimos.
De estos temas trata la historia ambiental. Si la historia tradicional nos habla de los hombres famosos, la historia ambiental nos habla de los pueblos y de su relación con el medio natural que los sostiene.
Por esa razón comparto con ustedes el libro “Memoria Verde, historia ecológica de la Argentina” (mío, en coautoría con Dina Foguelman).. Es una investigación e historia ambiental argentina, desde las terrazas de cultivo de los pueblos originarios hasta las centrales atómicas. Allí se analizan las diferentes fases de desarrollo de la historia del país y cómo cada una de ellas tiene un correlato en las condiciones ambientales rurales y urbanas.
Este libro es un clásico y ha sido el punto de partida para centenares de investigaciones sobre historia ambiental realizadas en todo el continente. Llega hasta la década de 1990 y estoy preparando una actualización hasta el presente.