Carta abierta a Jorge Sábato, funcionario del Ministerio de Desarrollo Urbano

MÁS SOBRE EL “OASIS URBANO” EN CATALINAS SUR

Por Mario Sacco *

Hola Negro
Disculpame, pero no puedo quedarme al margen de la polémica desatada por el llamado oasis urbano junto a las vías, allí en el borde norte de Catalinas Sur.

No me resulta fácil polemizar con alguien como vos, que en su momento ,desde tu función, colaboraste en modo eficiente con el Barrio y con el Grupo de Teatro.

También en lo personal agradezco y valoro el apoyo que recibí de tu parte cuando hizo falta.

Te pido que las líneas que seguirán, seguramente extensas,no sean tomadas como un desagradecimiento, sino como un aporte a la vida en una comunidad organizada.

Me parece altamente positivo que se realicen intervenciones urbanas en el empobrecido Sur de nuestra Buenos Aires, para inducir al cambio positivo del entorno.

Algo similar vi en Barcelona, con notable éxito, salvando las escalas de los proyectos.

Pero parece razonable que intervenciones en un barrio consolidado como es Catalinas, con sus pros y sus contras, cuenten con el conocimiento y consenso de los vecinos, en última instancia destinatarios del emprendimiento.

En tus líneas lamentás el uso de cierta ironía en algún comentario, pero a veces largos años de frustraciones hacen que el humor se torne algo cínico.

Pero tus mismas líneas minimizan la importancia de instituciones de larga data en el barrio, como son la Asociación Catalinas Sur y la Mutual(Hoy Grupo de Teatro) de Catalinas Sur cuya matriz durante la peor dictadura que sangró a nuestro país supo ser un núcleo de resistencia cívica a través de la organización comunitaria.

Ninguna de estas instituciones fué consultada, lo cual me llena de preocupación personal, pues después de cuarenta años en el Barrio desconozco qué otras organizaciones nos representan con mayor autenticidad.

Ayer domingo me acerqué a ver las obras que merecen tanto lugar en el ciberespacio.

Negro, como vecino, más que como arquitecto, me sentí abrumado por un desmesurado alarde de hormigón y ladrillos.

Ese rincón del borde de Catalinas no era un prolijo parque británico, pero cuando llegaba por Caboto hacia el centro, me permitía ver como los murales creados con tanto cariño por la gente se hacían curva para encontrar lo que fuera una calle informal que devino en un paseo peatonal bautizado, entonces sí en una votación vecinal como “Callejón de los Rusos”, en postrer homenaje a esos pobres desclasados dejados de la mano de su desmembrado país de origen que fueron muriendo acosados por un macabro coctel de nostalgias, abandono y alcohol, pese a los esfuerzos solidarios de la gente sensible del barrio.

Nunca fué un “aguantadero de cartoneros” términos peyorativos que los identifican con la delincuencia. Me duele decirlo, pero ello está en línea con lo que decía el actual Jefe de Gobierno cuando lideraba Manliba y acusaba a los cartoneros por restarles quilos a la facturación de su empresa.

Te invitaría a mi vereda cuando a las seis de la mañana bajo a recoger el diario, y ya hace rato que están José y su amigo Luciano organizando los cartones que el mercado “Día” les da en exclusiva a cambio de limpiar (lo que el mercado nunca hizo).

Gracias a ellos, a los que vuelvo a ver laburando a la noche, para llevar dignidad a sus familias, nuestras veredas están limpias.
José y otros miles de Joseses asumen el reciclado que los sucesivos gobiernos han despreciado, y no merecen el calificativo fácil de cierta sociedad que los denigra y discrimina.

Volviendo al oasis, no entiendo como se puede rodear el arenero de los pibes con un muro ciego de hormigón y ladrillos, aislados del entorno, y generando, ahora sí, un seguro aguantadero de marginales, cuando los cambiantes vientos de las administraciones decidan cesar con la vigilancia prometida.

Como arquitecto y planificador no podés olvidar que la “mastaba” helicoidal que el proyecto de Burle Marx nos legó en la plaza Perú, allá al lado del Malba, fué demolida por la presión de los vecinos (más influyentes que los nuestros, por supuesto) pues sus parapetos ciegos ocultaban fumaderos y otras yerbas, valga el juego de palabras, tal vez alguna violación.

Pero ya está, esto es como Botnia, ya está casi concluido, se desperdició la demostrada capacidad participativa del barrio y habrá que aguantarse.

* Arquitecto

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