Centro educativo Isauro Arancibia, al que asistía la víctima, Roberto Autero
La Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal modificó y agravó la calificación penal de un caso de “gatillo fácil” y ordenó “fijar la nueva pena” para un efectivo de la entonces Policía Metropolitana condenado por el homicidio del adolescente Roberto Autero (16), quien en 2015 fue asesinado de un balazo en la cabeza en el barrio porteño de Caballito.
La sala segunda del tribunal de Casación consideró el hecho como un “homicidio simple” (con pena de 8 a 25 años de prisión) y reemplazó así la calificación que había aplicado el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional 15 cuando condenó al policía Sebastián Torres a tres años de prisión en suspenso por el delito de “homicidio con exceso en la legítima defensa, agravado por el empleo de un arma de fuego”.
En el mismo fallo, los jueces de Casación Eugenio Sarrabayrouse, Horacio Días y Daniel Morin dispusieron “apartar a los integrantes del Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional 15 y remitir las actuaciones a la Oficina de Sorteos de la Cámara Federal de Casación Penal para que designe un nuevo tribunal que, una vez recibida la causa, deberá fijar la nueva pena aplicable al caso”.
La recalificación del hecho había sido reclamada por la querella del padre de la víctima, luego de que en el juicio se probara que el policía condenado nunca estuvo en peligro y que Autero fue ejecutado por la espalda –la bala entró por la nuca– cuando se escapaba corriendo luego de intentar un robo con un arma de juguete.
El homicidio se produjo el 7 de febrero de 2015, alrededor de las 4.30, mientras el agente Torres realizaba tareas de prevención en el Parque Rivadavia, en las calles Rosario y Viel, de Caballito, cuando Autero y otro joven lo amenazaron con una réplica de un arma de fuego para que descendiera de su Ford Ka.
De acuerdo a la reconstrucción lograda en el juicio, dos adolescentes salieron corriendo cuando vieron el arma reglamentaria que portaba Torres, quien bajó del vehículo, le apuntó a Autero y le disparó por la espalda.
Roberto tenía 16 años, era el menor de cuatro hermanos, vivía en la calle y era estudiante del Centro Educativo Isauro Arancibia, “institución con la que tenía un vínculo de pertenencia muy fuerte”, según relataron sus docentes y compañeros
“Las autoridades de la Ciudad quieren invisibilizar a los chicos en situación de calle pero nuestra escuela los ve, los mira y los siente y en el caso de Roberto tenemos un banco vacío que nos recuerda todos los días que fue alumno del Arancibia”, señaló Susana Reyes a pocos días del crimen, directora del establecimiento dedicado a la educación de chicos en situación de calle.