La Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de auspiciar un acuerdo sobre el control del tabaquismo equiparable al Protocolo de Kyoto para el cambio climático. 148 países que representan a más del 80% de la población mundial firmaron el denominado Convenio Marco de la OMS para el Control Global del Tabaco, en Bangkok el pasado 6 de julio.
Habida cuenta de los peligros que entraña inhalar el humo de tabaco y de que no se conoce un umbral seguro de exposición (cualquier nivel de exposición es perjudicial), el deber de proteger contra esta exposición está implícito en el derecho a la vida y el derecho al disfrute del mas alto nivel posible de salud, reconocido en numerosos instrumentos jurídicos internacionales. Entre ellos, la Constitución de la Organización Mundial de la Salud, la Declaración Universal de Derechos Humanos (art. 3), El Convenio sobre los Derechos Humanos del Niño (art. 24), el Convenio sobre eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres (art. 11) y el Pacto Internacional sobre Derechos Económicos, sociales y Culturales (art 7).
Por contrario el derecho a fumar en espacios públicos cerrados no aparece en ninguna carta fundamental de Derechos, lo cual no implica que ese derecho también se pueda sostener en el ámbito privado o en espacios al aire libre en los que personas o bienes no corran ningún peligro.
Los lineamientos, que no están fijados legalmente, estipulan que “no hay nivel seguro de exposición al humo de tabaco” y agregan explícitamente que las medidas intermedias como designar áreas para fumar y colocar filtros de aire o ventilación no funcionan.
Estas guías son importantes para contrarrestar algunos de los mitos de la industria, dijo el viernes Douglas Bettcher, jefe de la Iniciativa Libre de Tabaco de la OMS, en una rueda de prensa.
“La industria del tabaco sabe que si se prohíbe fumar completamente en los lugares públicos y de trabajo esto incentivará a los fumadores a reducir su consumo y a abandonar (el cigarrillo). Además disminuye las posibilidades de que las personas se inicien en el hábito,” dijo Bettcher. “La industria considera que el humo de segunda mano es una molestia. No es una molestia. Es mortal. Es letal. Es un cancerígeno clase A,” enfatizó Bettcher.
Respecto la definición de lugar de trabajo éstos incluyen no solo aquellos que donde se realiza el trabajo, sino también los lugares conexos o anexos que los trabajadores suelen utilizar en el desempeño de su empleo, entre ellos, por ejemplo, los pasillos, ascensores, huecos de la escalera, vestíbulos, instalaciones conjuntas, cafeterías, lavabos, salones, comedores, edificaciones anexas como cobertizos y barracones.
También los vehículos que se utilizan mientras se realiza el trabajo (taxis, autobuses, etc.) se consideran lugares de trabajo y deben identificarse de forma específica como tales.
En la reunión de Bangkok también se iniciaron los trabajos para estudiar las interferencias de la industria tabacalera en las medidas de control del tabaco (articulo 5.3), sobre educación, comunicación, enseñanza y sensibilización del públicos sobre los riesgos del tabaco (articulo 12), el tratamiento y la asistencia sanitaria a los fumadores (art. 14), el contenido de los productos de tabaco (arts. 9 y 10) y alternativas viables a los cultivos de tabaco (art. 17).
Las muertes anuales relacionadas con el tabaco alcanzarán los 8,3 millones en 2030.
Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, el 80% de los decesos provocados por el tabaquismo tendrán lugar en Asia, a menos de que se haga más por controlar el comercio transfronterizo.
“Las únicas dos epidemias que enfrentan un mayor incremento en los próximos 20 años son la del tabaco y la del HIV/Sida”, dijo Douglas Bettcher. De acuerdo con la OMS, las actuales 5,4 millones de muertes anuales relacionadas con el tabaco, de las cuales el 50 por ciento se producen en Asia, aumentarán a 8,3 millones para 2030 dado que las multinacionales incrementan cada vez más sus campañas en la región, y a causa del contrabando.
La OMS está convencida de que leyes más estrictas para la industria del tabaco podrían salvar 200 millones de vidas hasta 2050.