TRAS LOS INCIDENTES EN LA ESTACIÓN CONSTITUCIÓN
Por Fabiana Arancibia – Red Eco
El hartazgo estalló el martes por la tarde en los pasajeros de la ex línea Roca, en la estación Constitución. La empresa Metropolitano SA anunció que se interrumpía el servicio por un desperfecto en el tren eléctrico. Otra vez!, como cada día: tarde al llegar, tarde al regresar.
Como siempre, aparecieron en boca del Gobierno y de periodistas de los grandes medios, los términos usuales con los que tapan la legitimidad de la bronca mientras condenan tibiamente los “excesos” de la violencia policial: infiltrados, activistas.
Hay otras palabras que hablan por sí solas. “Si nos echan, nos tendremos que ir”, dijo Sergio Taselli, titular de la empresa luego de los incidentes. Pero agregó que “sería un poco exagerado” que le quitaran la concesión por eso, tan solo por “un desperfecto mecánico y de un tren y una hora de demora” (sic). Por suerte reconoció que los pasajeros puedan estar “enojados” pero dijo que no se puede “atacar a la policía de esa manera” (sic). .
Poniéndose la camiseta de la empresa, Fernando Jantus, su vocero, sostuvo que los accidentes son inevitables y que si hay atrasos de más de una hora los usuarios deberían esperar pacientemente. (sic).
Pero el gobierno se puso duro: “A algunos sinvergüenzas hay que pegarles una patada donde corresponde porque no tenemos ningún tipo de compromiso”, dijo el presidente, que parece haberle soltado la mano amistosa a Taselli. En un año electoral no se admiten errores.
En la misma tónica, desde la Secretaría de Transporte de la Nación dirigida por Ricardo Jaime, se advirtió que se evaluarán posibles sanciones que pueden ir desde una multa hasta quitarle la concesión. Pero para eso hay que esperar el informe de la comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT). .
“Jaime tiene dos procesos penales por haberle dado subsidios a quienes no cumplían con las inversiones. Desde el año 2002, en que se declaró la Emergencia Ferroviaria, se suspendieron las sanciones a las empresas. No hay controles. Las empresas se están llevando los materiales”, dijo Macaluse, diputado del ARI. El secretario acumula 17 denuncias y la justicia no lo cita a declarar.
Pero además la CNRT está intervenida desde 2001 por decreto presidencial. Esto produce en la práctica que un solo funcionario, designado discrecionalmente por el Presidente de turno, concentre todas las facultades y poder resolutivo que tendría que estar en manos de un directorio, elegidos por idoneidad y de total independencia política. Han pasado seis años y no se ha elaborado ningún plan para normalizar el organismo y además no es posible evaluar el funcionamiento porque no hay información pública a disposición de los ciudadanos.
Trabados los procesos de renegociación de los contratos, el Estado pierde la posibilidad de revisar lo actuado por las empresas privatizadas durante le menemismo. La Unidad de Renegociación de Contratos de Servicios Públicos (UNIREN), dependiente del Ministerios de Planificación Federal encabezado por Julio De Vido, ha suspendido de hecho el proceso de recolección y análisis de información necesarios para la renegociación.
En medio de estas irregularidades el Estado subsidia con 10 millones de pesos por día a las empresas que prestan servicios de transporte de pasajeros (trenes, subtes, colectivos, aviones).
En los primeros tres meses de este año desembolsó 881 millones de pesos. Hace un año esa cifra rondaba los 250 millones. Los subsidios que reciben los trenes urbanos contemplan la posibilidad de ser aumentados si sus “costos” aumentan y además los empresarios pagan el gasoil a precio también subsidiado.
La ex línea Roca es una de la que más subsidios recibe y la de peores prestaciones. Según reconoció el mismo Taselli, el Estado -todos nosotros- le da 400 mil pesos diarios, o sea 12 millones de pesos por mes.
Pero 870 pueblos fantasmas han dejado sus ánimas en los cementerios abandonados. Y los pobladores de todas las regiones que ya no tienen el tren pagan el perverso subsidio. Tal como lo dice en su libro El Ferrocidio, Juan Carlos Cena: “Más de 85.000 ferroviarios fueron arrojados a la calle. Con el ferrocarril desintegrado, más los ferroviarios expulsados, el sistema comete en un mismo acto, un gigantesco FERROCIDIO”.