Análisis realizados por Greenpeace en doce muestras tomadas en diferentes zonas de la cuenca media, mostraron que diez de ellas no son aptas para el consumo humano acorde a los valores permitidos por el Código Alimentario Argentino.
El estudio fue realizado en diferentes partidos de la cuenca tomando muestras de agua de canillas y bombas de donde la población se abastece.
La falta de agua potable ocasiona que la población deba obtenerla de diversas maneras. La más común es por medio de perforaciones precarias o poco profundas de pozos, provocando con el tiempo filtraciones y mezclas con los desechos cloacales. Esto último se vincula directamente con la ausencia de saneamiento básico, ocasionando graves efectos en la salud. La carencia de suministro de agua y de saneamiento básico facilita la propagación de todo tipo de enfermedades. De la población total de la cuenca, se estima que más del 55% no posee cloacas y más del 35% carece de agua potable. Es decir 1.750.000 habitantes carecen de ese recurso.
Según los resultados del informe, entre las potenciales enfermedades asociadas al consumo de esta agua contaminada se encuentran: diarreas y gastroenteritis con diversos grados de severidad, cólera, hepatitis, giarditis, poliomielitis.
Homero Bibiloni, Secretario de Medio Ambiente de la Nación, es la autoridad máxima de la ACUMAR – organismo responsable de llevar adelante el plan de saneamiento de la Cuenca Matanza-Riachuelo-. Exigile un plan que garantice agua segura para todos los habitantes de la cuenca.