Las “bombas” contenían semillas que “posibilitan la recuperación de bosques talados, la eliminación de monocultivos y permite la estabilidad de los ecosistemas”. Un comunicado que el grupo difundió por Internet lleva la firma de los subcomandantes Caléndula e Hinojo. El grupo circuló el siguiente comunicado en Internet:
Declaración del Frente Zapallista
Capitán Bermúdez, verano del 2006
Nosotros hemos lanzado bombas de biodiversidad (bolitas de arcilla que llevaban dentro una diversidad de semillas orgánicas y endémicas) a la papelera multinacional contaminante Celulosa Argentina
Estas armas tienen un significado simbólico y un uso práctico: por un lado, expresan nuestro desacuerdo con la política de saqueo y contaminación del capitalismo neoliberal. De otro lado, las bombas están llenas de semillas de diferente tipo, que al ser tiradas, siembran una diversidad ecológica que posibilita la recuperación de bosques talados, la eliminación de monocultivos y permite la estabilidad de los ecosistemas.
No podemos quedarnos callados mientras empresas transnacionales talan bosques argentinos y uruguayos, mientras crean vastas plantaciones de monocultivos y contaminan nuestras aguas, nuestro aire y nuestros suelos.
Nos solidarizamos con la lucha de los activistas y movimientos sociales que resisten a la instalación de la empresa transnacional Botnia a orillas del Río Uruguay. Ésta problemática no es nueva, ni se presenta única y exclusivamente en dicha región. Acá en Capitán Bermúdez, la empresa Celulosa Argentina (de dueños transnacionales) reproduce la lógica corporativa del saqueo y la contaminación, al promover el desmonte de los bosques nativos, el monocultivo de especies foráneas como el eucalipto, la destrucción de la biodiversidad ecológica, la emisión de aire contaminado y la contaminación del Río Paraná con desechos altamente tóxicos. Al igual que la empresa Botnia en Fray Bentos, la empresa Celulosa Argentina está impulsando una visión homogénea y estandarizada tanto de los territorios como de las posibilidades de desarrollo de los pueblos.
Las empresas papeleras son un caso concreto y coyuntural que refleja la lógica destructiva de una situación global. Tenemos que cuestionar las mismas estructuras y los mecanismos, tanto públicos como privados, que potencializan y dan espacio a la existencia de éste sistema de saqueo y contaminación. Lejos de reducir la problemática a un discurso nacionalista, nuestra crítica se enfoca en los impactos ambientales generados por las empresas transnacionales (en complicidad con organismos estatales y entidades corporativas internacionales), en las políticas extractivas y agro-exportadoras a las que son sometidas las economías regionales y en la degradación y contaminación de los ecosistemas por industrias de celulosa, soja minerías, entre otras.
El supuesto “desarrollo” de una nación no puede ser una razón que justifique la exclusión social y la degradación ecológica. Existen ejemplos que prueban la posibilidad de desarrollar prácticas que minimizan la trasgresión ambiental, y por encima de salidas simplistas o tecnocráticas, consideramos que cualquier iniciativa de cambio, desarrollo o planificación territorial, debe ser propuesta y discutida a partir de una activa y directa participación social local!
Por lo anterior, y en la lucha por construir un mundo libertario y sano, afirmamos:
¡Ya basta con el saqueo y la contaminación!
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