Por Claudio Lozano (*)
(ANC-UTPBA) — Cual monarca en su palacio ingresó Roberto Lavagna al Congreso Nacional. Lo hizo escudado por kirchneristas y duhaldistas (en los temas de fondo parece que no hay internas) y legalmente defendido por una resolución aliancista que le permite exponer y no responder preguntas.
Es fácil entender porque el Ministro no acepta responder las inquietudes de los legisladores. Ocurre que le debe al Parlamento, y lo que es más importante a la sociedad argentina, una explicación acerca del destino de cerca de $ 20.000 millones. Más de $ 11.600 millones sobrantes del año 2004 y no menos de $ 9.000 millones adicionales que el Estado recaudara durante el 2005.
Recursos sobre los cuales jamás se discutió su asignación. En este marco, la presentación de “metas moderadas y serias” (tal cual dijera el Ministro) constituye un verdadero ocultamiento de recursos en dirección a un solo objetivo: “reducir la exposición pública de la aplicación de la política de desendeudamiento”. Momento en el cual la tan “mentada moderación” cede lugar a la “entrega” y a la dilapidación del esfuerzo de los argentinos.
Momento en el que también se pasan al cuarto las “nobles y declamadas prioridades sociales” para terminar alineándose con las recomendaciones que el Tesoro Norteamericana hace para la relación con el FMI.
Esta práctica de ocultamiento se repite en la presentación del presupuesto 2006. La pauta de crecimiento del PBI del 4% para el próximo año, cuando el arrastre que dejará este año supera el 3%, solo sirve para “ocultar” $ 6.000 millones de recaudación. Asimismo, la presentación como superávit financiero luego de todos los pagos, de una cifra de $ 7.400 millones suponiendo la renovación completa de los vencimientos de deuda, también oculta el hecho de que ese es el destino marcado para esos fondos.
Obsérvese que entre el superávit y los fondos ocultos para el 2006 ya se construye una caja que supera los $ 13.000 millones de pesos. Además, la observación de las diversas partidas (Obligaciones a cargo del Tesoro; Salarios; Jubilaciones; etc) muestran importantes aumentos sin asignación específica que luego bien podrían transformarse (vía la no realización del gasto) en Cajas disponibles para el Ejecutivo. En concreto, cualquier lectura de este Presupuesto, así como la consideración de los ejercicios anteriores, muestra un Gobierno sentado sobre una “Montaña de dinero” y sin políticas que decidan asignarlo. Situación esta que al coexistir con una sociedad con un 40% de pobres y un 15% de desempleo parece inexplicable.
Sin embargo, la explicación existe. Usar los recursos para políticas sociales de carácter universal además de poner en cuestión las prácticas más tradicionales del sistema político, contribuirían a elevar el promedio salarial afectando las ganancias de las empresas más importantes del país. Además, esta “caja oculta llena de dinero” sirve para afrontar los vencimientos de deuda.
En términos de diseño, la lógica fiscal denota una fuerte impronta desarrollista. No solo porque la mayor expansión se concentra en la inversión pública siendo mas limitada la recuperación de las funciones sociales, sino porque la “vieja idea” de una “reforma impositiva” que le cobre a los ricos, ha sido sustituida por una estrategia que reconstruye el apoyo fiscal (más de $ 4.300 millones) a las empresas mas poderosas del país.
En suma, el presupuesto del 2006 constituye un nuevo dibujo que reproduce el rasgo de conservadurismo fiscal y desarrollismo que caracteriza al Gobierno actual. Subsidio a los capitales concentrados, pago de deuda y nada de distribución es el modo de promover esta estrategia de “seguir creciendo pero con desigualdad” (ANC-UTPBA).
(*) Economista, diputado nacional y miembro de la Mesa Nacional de la CTA.