El Operativo frío no atiende las necesidades reales de los sin techo

Por Victoria Peralta


Las bajas temperaturas que se registran en la Ciudad de Buenos Aires pusieron en evidencia las falencias de los dispositivos del Gobierno porteño que, pese a que lanza cada año el Operativo Frío, no atiende a las necesidades reales de las personas que viven en situación de calle, denunciaron organizaciones, trabajadores y los propios afectados.Foto: Ramiro Gómez/Télam/lz.

“Es mentira que buscan ayudar a la gente en situación de calle”, dice en forma rotunda Norma, quien desde hace un año duerme con otras cinco personas en dos colchones sobre la avenida Garay entre Santiago del Estero y Salta.

La mujer de 34 años, que está embarazada de 5 meses, aseguró que duerme en la calle “porque no tengo a dónde ir; una vez fui a un parador de los que pone el gobierno porteño pero te tratan muy mal”.

“Además tenés que ir a las 4 de la tarde para conseguir un lugar y estás entre dos y tres horas en la puerta haciendo la cola sin saber si vas o no a conseguir cama”, detalló la mujer.

Miriam, quien duerme en el mismo lugar desde “hace unos meses” precisó que “no tenemos para comer, ni ropa para taparnos”.

“Mis hijos viven con un familiar en la provincia porque no quiero que tengan que pasar por esta situación, la verdad es muy triste saber que no le importás a nadie”, sostuvo la mujer.

Asimismo, afirmó que “a veces viene gente del 108”, personal del gobierno porteño que asiste a personas en situación de calle “pero sólo te quieren llevar a los paradores, pero esos lugares están llenos de policías que te tratan como si fueras basura”.

Los testimonios en referencia a la hostilidad de los lugares que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires ofrece para las personas que viven en calle se repiten una y otra vez entre quienes se encuentran actualmente en esa condición y quienes la superaron.

“Ya desde el vamos los paradores tienen horarios, por ejemplo, a las siete de la mañana están todos en la calle de nuevo, así llueva, haga frío o estés enfermo”, describe a Télam Daniel Giménez, coordinador del Monteagudo, un hogar gestionado por la ONG Proyecto 7.

Daniel, quien vivió en calle y desde hace un tiempo superó esa condición previo paso por este hogar del que ahora es coordinador en el turno mañana, afirma que “en el Monteagudo nosotros no ponemos horarios, la gente puede entrar y salir cuando quiere y nadie es echado a la calle”.

Pero la flexibilidad horaria no es lo único que distingue al espacio: las normas de convivencia, por ejemplo, se fijan entre los propios residentes cada viernes en asamblea.

“Este es un espacio en el que nosotros autogobernamos, por supuesto que tenemos nuestros roces y que ponemos ciertas pautas, pero no tenemos a la policía metida acá como pasa en los otros hogares o paradores”, describe por su parte Jorge Franco, otro de los coordinadores.

Al Monteagudo, que hoy alberga a 115 personas y tiene otras tantas en lista de espera, la gente llega por recomendación, justamente por el trato diferenciado que se recibe, porque además hay talleres de todo tipo, contención médica y psicológica y opción a un bachillerato.

“Todo esto está en función de acompañar a la persona a generar un proyecto de vida y a que se pueda ir pero para tener un espacio propio. Nosotros demostramos que esto funciona, no sé por qué el gobierno porteño se empeña en continuar con los formatos que tiene”, dice Jorge.

Sonia de 35 años pasó “mucho tiempo” durmiendo en la galería del Cabildo y hace seis meses un conocido le consiguió un predio en Quilmes donde se construyó una casita de chapa y madera.

La mujer con su bebé que aún no cumplió un año viaja todas las mañanas desde ese partido bonaerense hasta la Catedral metropolitana donde se instala a partir de las siete para pedir dinero “para poder comer”.

“Cuando dormía en la calle teníamos que estar muy atentos no sólo por los peligros” que representa vivir en esa condición sino “porque siempre se acercaban camionetas del gobierno que te levantaban a golpes y muchas veces te sacaban las frazadas y las cosas que íbamos juntando”.

Por su parte, Carlos Daniel, un hombre que actualmente reside en el Monteagudo pero que durmió cinco años en Santa Fe y la 9 de Julio, también se refirió a estas patotas: “Estabas durmiendo y de repente paraban camionetas, bajaban unos tipos y directamente nos pegaban, nos sacaban nuestras cosas y sólo nos dejaban con lo puesto. Nos trataban como escoria”.

Cada año, el Gobierno porteño lanza por tres meses el Operativo Frío, que publicitan como un “fortalecimiento” de dispositivos que funcionan todo el año, el aumento de las camas disponibles, la entrega de viandas, frazadas, y “kits de frío”, compuesto por medias de algodón, guantes, gorro y cuello de polar (Télam).

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