La próxima será una semana de a definiciones en la que se destaca la manifestación a Plaza de Mayo en defensa de las instituciones el día 2 de marzo a las 18.
El fortalecimiento político de Ibarra viene creciendo a medida que languidecen las sesiones de la Sala Juzgadora y no ha aparecido evidencia alguna de su responsabilidad política en la tragedia de Cromañón. El Jefe de Gobierno recibió el apoyo indirecto de Kirchner al ser aludido públicamente por el presidente como “mi amigo Aníbal”. Los analistas políticos creen que los tres legisladores del kirchnerismo en la Sala Juzgadora —cuyos votos definen la suerte del mandatario— no podrán ignorar el “nihil obsta” presidencial.
En el toma y daca de las prácticas políticas hecha de lealtades partidarias y votos en bloque, en un terreno donde imperan las razones superiores que Maquiavelo denominó “ragione di stato”, por encima de la moral corriente, los tres votos de la Sala no pueden sino interpretar la voluntad del Príncipe. Esto podría parecer un tanto escandaloso si no se tratara de un proceso bizarro en el que el “voto a conciencia” es una ficción menos digerible aún. A esta altura no cabe duda alguna que el juicio fue orquestado desde el macrismo, con votos cantados independientemente de las instancias del proceso. En la Sala Juzgadora no hay voto a conciencia; todos los votos responden a alineaciones partidarias, ideológicas u oportunistas.
Así las cosas, la balanza parece inclinarse a favor de Ibarra, quien retomaría sus funciones hasta completar el mandato constitucional para el que fue votado. Una victoria, en todo caso, con sabor amargo: el juicio en su contra no quedará registrado como un avance de las instituciones, ni de las prácticas políticas, sino más bien todo lo contrario.