Convocada por el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, la marcha será a las 15:30 con la consigna “No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos”.
Aquel 18 de septiembre de 2006, Julio López desapareció luego de salir a la mañana de su casa de Los Hornos. Se dirigía al centro de La Plata a escuchar los alegatos de sus abogadas querellantes que integraban el colectivo Justicia Ya!. Las abogadas querellantes, Myriam Bregman, Guadalupe Godoy y Liliana Mazea, integrantes de Justicia Ya!, acompañadas por Adriana Calvo, histórica referente de la lucha contra los genocidios, a pocos minutos que López no llegaba a los Tribunales comenzaron a denunciar que estaba desaparecido. No se equivocaron. Julio nunca llegó a escuchar los alegatos de sus abogadas, desde entonces, hubo un plan de encubrimiento para impedir que se llegara a la verdad. Que se conociera quienes fueron los responsables de su desaparición.
Julio López alegó en lo que hoy se conoce como un juicio histórico. Fue el primero que se iniciaba luego de que fueran declaradas nulas las leyes de Obediencia Debida, Punto Final. Familiares, amigos sobrevivientes y organismos de derechos humanos lucharon para que estas leyes de impunidad fueran anuladas para dar comienzo a los juicios contra los responsables de los 30.000 desaparecidos.
En medio de la conmoción por la ausencia de Julio, las abogadas querellantes pidieron que se condenara a Miguel Etchecolatz, por genocidio. Finalmente el juez lo condenó por crímenes cometidos «en el marco del genocidio”. Una de las abogadas querellantes, la actual diputada nacional Myriam Bregman, en su alegato explicó el contexto social y político en el que, bajo las órdenes del Estado, las fuerzas represivas aniquilaron a una generación de obreros, intelectuales y estudiantes militantes que luchaban por cambiar de raíz la sociedad. Este es el motivo del pedido de que todos los responsables de los crímenes de lesa humanidad, durante la última dictadura militar, fueran condenados por genocidas.
Miguel Etchecolatz fue jefe de Investigaciones de la Policía Bonaerense durante la última dictadura cívico militar eclesiástica. Además fue la mano derecha del general de brigada Ramón Camps. Como se sabe, Etchecolatz fue protagonista directo de las dos desapariciones de Jorge Julio López: una en 1976 y la otra treinta años después, el 18 de septiembre de 2006.
El pasado 2 de julio Etchecolatz murió en cárcel común, aun cuando en varias oportunidades su defensa pidió, alegando problemas de salud, la prisión domiciliaria. Incluso llegó a obtenerla y tuvieron que dar marcha atrás por las importantes movilizaciones contra esta decisión judicial. En las últimas semanas, antes de morir, había sido beneficiado con prisión domiciliaria en algunas de las causas por las que fue condenado. Sin embargo, esto no llegó a hacerse efectivo.
Fuente: Izquierda diario