Más de 2 millones de personas vieron ya el video en el cual Mayra Arena explica en poco más de 13 minutos, como se titula su charla TEDx, ¿Qué tienen los pobres en la cabeza? La chica de 26 años, que se crió en una villa en Bahía Blanca, analiza en este posteo en Facebook las intenciones de Clarín tras una entrevista periodística luego de su súbita popularidad.
Veamos. Resulta que Clarín me insiste para una nota. Les digo que no quiero dar el enfoque que tienen ellos. El que me quiere entrevistar me dice que va a respetar todo lo que yo diga. Accedo porque soy imbécil. Viene el flaco a mi casa, macanudísimo, tomamos mate, elogia autores de mi biblioteca, reímos. Clarín titula esto. Así, en ese tono. Poniéndome como una pedante de mierda que le dice qué es lo que tiene que hacer a toda una clase social, como si no hubiera sido en un contexto de, mate en mano, hablar de cuánto sueño con una sociedad con menos prejuicios y mejores condiciones de empleo.
Y la cosa no termina en los diarios. Ahora tengo tres productores de TN y Canal 13 insistiéndome para venir acá, o ir allá. Quieren hacer una nota morbosa de esas que les gustan a ellos, mostrando el rancho del papá de mi hijo, mostrando por dónde salíamos a pedir allá por los 90, yendo a ver al matrimonio que me ayudó tanto, tanto en mi infancia (seguro para que yo llore y ellos también) o sentarme en el living de la flaquita para hacerme hablar hasta quebrarme. Educadamente les digo que no estoy lista para la TV. Insisten. Explico «Mirá, accedí a darle una nota a Clarín porque me dijeron que iban a respetar lo dicho y con el título me dejaron mal parada» ¿Y qué me responden? agarren un pañuelito porque si lloraron con mi historia, con esta se quiebran «¡Pero Mayra, no nos prejuzgues, no nos hagas lo que a vos tanto te hicieron!»
Siiiiii leyeron bien! La tipa me dice que yo, diciéndoles que no, anteponiendo mi integridad a lo que sé que son capaces de editar, titular, mostrar, estoy prejuzgándolos tal como a mí me han prejuzgado tantos años. Son maravillosos. No saben que, precisamente el pre-juicio, es juzgar a alguien o algo sin saber nada, simplemente poniendo juicios que uno carga y depositándolos en el otro. Y no entienden que yo de ellos ya vi lo suficiente.
Quieren mostrarme salir del rancho de chapa y las calles de barro, para que los que ahora no dan abasto con el ajuste y los tarifazos, sientan que no tienen de qué quejarse.
Quieren exponer que salí entera de la miseria espantosa de los 90 y usar mi realidad para seguir promoviendo políticas de ajuste y transferencia de recursos.
Y después, cuando intente hablar de alguna medida política o económica, van a dejarme como una pedante, titulando en un tono imperativo y apático, porque la empatía de los medios hacia los pobres existe mientras el pobre limpia pisos y termina el secundario, pero cuando quiere levantar la voz por alguna injusticia, se convierte en un prepotente.