Tras el mensaje del Presidente llamando “miserables” a los empresarios que despiden personal, en alusión a los 1450 trabajadores cesanteados por Paolo Rocca, dueño de Techint, el intento de deslegitimizar al Gobierno del FdT y socavar la autoridad de AF, tuvo su debut en sociedad.
En algunos barrios, sobre todo en zona Norte de la Ciudad salieron a relucir las cacerolas. La consigna bajada en redes sociales y apoyada por el ejército de trolls de Marcos Peña –señalado como autor intelectual de la movida– insta a que “los políticos” deben rebajarse sus sueldos para destinar ese ahorro a la lucha contra el Coronavirus.
¿Habrá sido ésta una manera de auscultar cuan predispuestos estarían los votantes de Cambiemos a acompañar lo que vendrá en materia de acoso al Gobierno?. Según algunos observadores se impulsó luego de conocerse estudios de opinión con un 80 por ciento de apoyo a las políticas de combate a la crisis y en particular a la cuarentena.
De otra manera resulta inexplicable e irracional pedirle a los “políticos” en funciones resignar parte de su salario cuando pocas semanas atrás la oposición se opuso a que lo hicieran diplomáticos y jueces, con ingresos mucho más abultados. Amén de la exigua sumatoria resultante de donar un 30 ó 50% del ingreso de cada cargo político.
En cuanto a que se conseguiría un “gesto simbólico” de compromiso con la crisis por esa vía: ¿desde qué lugar los instigadores y sus caceroleros lo reclamaban? ¿Donarían los políticos de Macri para abajo, como “gesto simbólico” el 50% de sus ingresos acumulados en negocios a ambos lados del mostrador, luego de dejar una deuda impagable y la economía en profunda recesión? ¿O los megaempresarios de la industria, la comunicación, las finanzas, los servicios, etc., el 50% de sus enormes ganancias obtenidas sobre todo durante los últimos cuatro años?
Buscan romper la cuarentena*
“Las cacerolas que se escucharon anoche no son casualidad. Buscan meter una idea en nuestras cabezas: salvar su economía a costa de nuestras vidas. Todo comenzó con un tweet de Laura Alonso, luego de eso comenzaron las críticas por parte de los medios hegemónicos. El más osado por el momento está siendo Infobae, pero Clarín y La Nación le siguen el ritmo. También, como no, se sumó Baby Etchecopar. Por eso los despidos en Techint no eran inocentes. Tratan de meter presión.
Sucede que la cuarentena está funcionando y eso es peligroso para algunos. Porque la cuarentena salvará muchas vidas, pero para salvar esas vidas habrá que tocar los intereses de los más poderosos. No queda otra: si queremos comer, habrá que tocarle el culo a las cadenas de producción y distribución de alimentos; si queremos luz, habrá que tocarle el culo a las eléctricas, si queremos estar comunicados, a las telefónicas, y así sucesivamente.
Pero aquí existe un problema mucho mayor que la economía de los poderosos. De última la cuarentena solo les haría perder plata y a ellos plata no les falta. El problema está en el poder. Resulta que si pasamos está cuarentena con éxito se habrá demostrado que los grandes capitales, corporaciones y fondos de inversión, no son tan importantes como ellos nos hacen creer. Resulta que países como China, Rusia o Cuba, con Estados fuertes y economías planificadas, están siendo más exitosos que el capitalismo de libre mercado a la hora de enfrentar la pandemia. El famoso bulo del neoliberalismo se cae. El comunismo, Rusia o Cuba quizás no sean la respuesta, pero están dando respuestas. Algo vamos a aprender de todo esto. La idea de Estado fuerte se está instalando en el sentido común. Y eso es lo que temen.
Entonces buscan meter en nuestras cabezas que la cuarentena debe ser rota o “flexibilizada”. Durante los próximos días se irán sucediendo los mensajes entre duros y blandos. Así, personajes como Agustín Laje, amenazando con una guerra civil si no se rompe la cuarentena, serán mechados con declaraciones más suaves pidiendo adoptar el “modelo inglés”.
Ayer se inició una campaña pidiendo que los políticos se bajen el sueldo. ¿Por qué? Porque de la pandemia solo nos puede salvar la política. Es claro que Alberto Fernández es un político y es claro que está trabajando muy duro para sacar el país adelante. Pero seguirán intentando romper la confianza de los argentinos en la cuarentena. Seguirán insistiendo porque si el país sale adelante habremos aprendido que un mundo sin ellos es posible.
Un capítulo aparte merece el troskismo argentino. Cuando veo a los principales líderes del FIT y del MAS callados, o diciendo pelotudeces en contra de la cuarentena, me convenzo más de que no son izquierda ni un carajo. De lo contrario que alguien me explique por qué estos tipos NO están saliendo a pedir la socialización de los medios de producción.
Poner a las eléctricas, al campo y a las industrias farmacéuticas al servicio del bien común, debería ser un pedido natural de la izquierda. Sin embargo, la escucho a Myriam y a Nico balbucear acerca de la necesidad de un mayor número de test de detección. Sí, Myriam, ya sabemos que necesitamos más test de detección. ¿Pero el comunismo? ¿Te acuerdas de que eras comunista? Al final va a ser verdad que los dirigentes troskos trabajan para La Embajada. La otra opción es asumir que Myrian Bregman o Pitrola son unos infradotados. Y no, no lo son.
Y por supuesto están los blancos cabeza que cacerolearon ayer. La clase media aspiracional no le teme a su destrucción, lo que teme es perder su status de referente. Aquí el problema tampoco está en la plata, sino en ese lugar de “reserva moral de la argentina” que van perdiendo día a día. Las noticias de los últimos meses (rugbiers, surfers, chancho a la pileta, boludos corriendo a Pinamar) los dejaron más expuestos que nunca.
Entonces no estaban golpeando sus cacerolas en contra de Alberto. Tampoco estaban defendiendo a Paolo Rocca. Solo era una pataleta, pero fue una pataleta peligrosa. Si los medios deciden seguir echando leña al fuego, podrían lograr el consenso suficiente para romper la cuarentena. Es poco probable. Una cosa es votar a Macri y “comer arena con tal de que no vuelva el peronismo”, otra muy distinta es morir. La lucha entre el instinto de vida y el instinto de muerte es la cancha donde el poder económico jugará su partido. Y este partido solo se puede ganar. Aquí no hay empate que valga. Si la cuarentena se rompe, los primeros en salir a protestar frente a los muertos serán esos mismos que ahora se indignan.
Se vienen días difíciles, pero también llenos de esperanza. Nos van a seguir pegando, buscan que este país entre en caos como Brasil, Chile o Ecuador. Frente a ello debemos resistir. Hoy más que nunca el poder está desnudo en su mentira. Queremos vivir y queremos que vivan nuestros seres queridos. Tendremos que ser audaces y sensatos al mismo tiempo. Hay que estar más unidos que nunca”.
* Aporte en redes sociales, de autoría desconocida.