El 10 de agosto el juez Roberto Gallardo emitió una resolución que obligaba al gobierno de la Ciudad de Bs. As. a garantizar un ingreso de 205 pesos a los cartoneros para que sus hijos no tengan que trabajar. El ejecutivo apartó al juez del caso y la Cámara porteña revocó el fallo, aunque mantiene la exigencia de que los niños reciban becas escolares. Prensa De Frente entrevistó a Carlos, responsable de la Cooperativa S.U.R (Solidaridad, Unión y Resistencia) de Quilmes, en la Unión de Trabajadores Cartoneros de Argentina (U.TRA.C.A.), para hacer un balance sobre lo sucedido.
– ¿Cómo encararon el tema de los subsidios?
-Al principio nos preguntaron si apoyaríamos la medida, dispuesta por el juez Gallardo. Luego de debatir entre los compañeros si realmente sería un beneficio, la conclusión fue que sí.
¿Qué rol jugó el Gobierno en esta disputa?
-Intentaron convencernos de desistir de la medida. La directora del Proyecto de Recicladores Urbanos del gobierno, Sandra Carlino, nos planteó que aceptar el subsidio era caer en el asistencialismo. Varios representantes del gobierno repitieron una y mil veces que el Gobierno de la Ciudad no estaba en condiciones de pagar semejante suma de dinero. Cuando Ibarra vio que no le iba a ser tan fácil eludir la medida, sus representantes en este tema, en una sesión conciliatoria ante el juez, planteron que sólo le correspondería recibir esa suma a los cartoneros que viven en Capital, buscando aliviar el efecto económico de la disposición. Otra actitud fue plantear el pago de una suma menor a la establecida. Pero la medida era bien clara y contundente, no permitía semejantes modificaciones. En fin, trataron de embarrar la cancha, aduciendo que era una maniobra del juez, que las motivaciones eran políticas, buscando correr el verdadero eje del problema. La realidad es que hay miles de chicos que están en la calle trabajando con sus padres o solos, producto de las políticas económicas que sumerge en la miseria a millones de argentinos y que el gobierno de la Ciudad, como otros, le da la espalda y no aporta ninguna solución.
– ¿Cómo influyeron los medios de comunicación?
-Desde la prensa escuchamos muchas quejas. Decían que no era justo, que un trabajador que tiene una jornada de hasta doce horas no recibe semejante ayuda, con lo cual, de paso, están diciendo que el cartonero no es un trabajador, sin hacer notar que el hijo del cartonero está totalmente desprotegido y que, por más mala que sea, el resto de los trabajadores en relación de dependencia tiene una cobertura para sus hijos. Esto no es ni más ni menos que una muestra más de cómo los medios del sistema aportan su granito de arena para enfrentar entre sí a los distintos sectores de la clase trabajadora. No salen a preguntarle a la gente en la calle si está bien que se subsidie a las multinacionales. Pero sí están a la orden del día para mostrar gente quejándose por los paros de docentes, médicos, trabajadores del subte y piqueteros.
– Ante esta coyuntura, ¿cuál es su posición?
-Nosotros partimos de lo que se establece en la ley 992: los cartoneros somos trabajadores, y como tales, estamos dando un servicio a la ciudad que no es reconocido monetariamente. Ni hablar de los chicos que trabajan en la calle, se los ignora. El gobierno tiene superávit fiscal, hay una partida monetaria destinada a proyectos para el sector y no han hecho casi nada. El subsidio es bueno porque va a aliviar en parte la desastrosa realidad que viven muchos chicos. Sus padres pasan por situaciones desesperantes para alimentarlos y para garantizar su educación. Pero tampoco es la solución definitiva. Con este gobierno, con este sistema, estamos muy lejos. Si algo demostró lo del subsidio es de qué lado está este gobierno: no podemos esperar nada de ellos. Cuando se trata de darle algo al sector que menos tiene se defiende con uñas y dientes. Por eso creemos que la única solución está en la unidad de todo el sector cartonero, y que tenemos que organizarnos para luchar contra este sistema que nos oprime cada día más. Sólo con nuestra lucha encontraremos las soluciones.
