Por Antonio Elio Brailovsky
Este libro forma parte de un proyecto de mayor envergadura, que es el analizar las relaciones entre naturaleza y sociedad en diferentes culturas y períodos históricos diversos, tal como lo he efectuado en varios libros anteriores. Porque una cosa es creernos que los temas ambientales sonn nuevos y aparecieron en los últimos años, y otra muy distinta es descubrir su incidencia a lo largo de toda la historia de la humanidad.
Capítulo 1
Hace muchos años, un grupo de pastores de ovejas cruzó el desierto y se asentó junto a un río. En ese lugar, los hombres se dijeron unos a otros:
-Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo, y hagámonos un nombre, por si fuéramos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.
De manera que los pastores se pusieron a construir una torre de ladrillos que pudiera llegar al cielo, y quizás lo hubieran logrado, si no fuera que Dios descendió sobre ellos y confundió sus lenguas, para que ninguno entendiera el habla de su compañero. Así fueron esparcidos por toda la tierra y dejaron de edificar la ciudad.
Pensemos nosotros en esa torre y en esos pastores, porque si la Biblia es, para nosotros, un punto de encuentro, la Torre de Babel es un punto de partida. Porque, ¿qué clase de torre es ésta que no puede ser construída por señas? ¿Por qué los albañiles tienen que hablar todos el mismo idioma? ¿Qué obstáculo hay, si de ladrillos se trata, en señalar con el dedo: aquí va una pared, allá va una columna?
Entonces, la Biblia está hablando de otra clase de torre, que sólo puede ser construída cuando los hombres son capaces de hablar una misma lengua y unas mismas palabras. Esa torre no está construída con ladrillos, sino que está edificada con palabras. Se trata, en definitiva, de una torre de papel que comenzaron a levantar y que constituye su monumento más perdurable.
Porque mientras otros pueblos decidieron hacer obras de piedra o de madera, de ladrillo o de sangre, estos pastores alzaron una torre de palabras, al mismo tiempo que se daban un nombre, por si fuesen esparcidos por toda la tierra.
Sabemos que los pastores no llegaron al cielo y que su torre está sin terminar. Por eso nos dejaron el mandato de continuarla y por eso cada una de nuestras obras es un intento de agregar más palabras a esta torre, con la esperanza de que alguna vez su cúspide llegue al cielo. Parábola del esfuerzo humano, de la necesidad de alcanzar lo imposible, cada generación aporta sus libros a esta torre de papel.
El mío habla del modo en que esos pastores veían la naturaleza. En qué cosas su mirada se parece a la nuestra, porque culturalmente descendemos de ellos o porque su mensaje es universal. Y en qué nos diferenciamos, porque la actitud ante la naturaleza es, también, un signo de los tiempos.
Hablar de la ecología en la Biblia es retomar de otro modo el más antiguo de los temas que interesan a la humanidad. El de nuestro lugar en el mundo, el del vínculo con la tierra que nos nutre y a la que volveremos alguna vez.
Hablaremos sobre qué significa para la Biblia ubicar al hombre como el rey de la creación. ¿Era ecologista el mandato recibido por Noé? ¿Por qué un pastor de ovejas tiene que salvar los lobos? ¿Cómo era la tierra de Canaan y cuál era su relación con los ecosistemas del Mediterráneo? ¿Cómo muestra la Biblia las razones ecológicas del nacimiento y la muerte de las ciudades? Allí leemos los testimonios de la deforestación y las catástrofes ecológicas, una mirada particular sobre animales domésticos y salvajes, la relación con el agua y el suelo, las normas sobre población y alimentos. También nos preguntamos de qué manera la Biblia influye sobre la imagen que hoy tenemos de los ecosistemas del infierno y del paraíso.
En este libro no estamos buscando verdades. No le preguntamos al texto bíblico cuál es la verdad, cuál la realidad última, inequívoca, del mundo. Lo que nos interesa es su forma de aproximarse a la ecología. Histórica, como todas las miradas de los hombres, incluyendo la nuestra. En tanto cada época y cada grupo social tienen una relación particular con la naturaleza, es precisamente sobre esa historicidad que nos interesa reflexionar aquí.