“Creo que tenemos que darle la normativa a este sector para que la iniciativa privada, que va a significar poner toda esta zona en un valor impresionante y, además, generar miles y miles de puestos de trabajo podemos hacerlo; que la Reserva Ecológica, tal cual se lo propuse –¿se acuerda?– en mi despacho hace meses, deje de ser ese yuyal que se incendia cada tanto y podamos convertirlo, según como lo sueño, como un inmenso parque y pulmón verde a la usanza del Central Park, de Nueva York, aunque mejor porque lo tenemos al lado del agua, al lado del río, y tantos otros proyectos que le conté cuando me fue a ver y que, como siempre, estoy dispuesta a llevarlos adelante”.
Esto le dijo la presidenta de la Nación al Jefe de Gobierno de la Ciudad, mirándolo a los ojos. La ocasión: el acto de entrega de premios –el 28 de octubre último, en el Hotel de los Inmigrantes– a los tres ganadores del concurso de un ícono que representará a Buenos Aires en los festejos del Bicentenario de la Revolución de Mayo.
No hay registro de respuesta alguna de Mauricio Macri sobre este tema. Ni en oportunidad del encuentro en el despacho presidencial (¿Se acuerda, Mauricio?), ni ahora, en el Hotel de los Inmigrantes.
¿Por qué desaprovechó la oportunidad de aclararle a la presidenta que se trata una “reserva ecológica” o “parque natural” protegido por ley, en representación de todos los porteños que aspiramos a que siga siendo lo que es: ni Central Park, ni siquiera Parque Tres de Febrero.
Qué es la Reserva Ecológica
La Reserva Ecológica de la Ciudad de Buenos Aires se desarrolló espontáneamente a partir de obras de relleno sobre un frente de 3 km. del río de la Plata en la Costanera Sur a principios de la década del 80, como parte de un proyecto de urbanización luego abandonado. El relleno del sector había comenzado en 1978, con escombros de las demoliciones realizadas para abrir el trazado de la autopista 9 de julio. Tanto en las zonas secas como en los sectores sumergidos comenzó a instalarse –a partir de allí– una gran variedad de plantas y animales sobre una extensión de unas 300 hectáreas.
Las lagunas y pastizales que fueron surgiendo llamaron la atención de los amantes de la naturaleza y los observadores de aves, que comenzaron a visitarlos regularmente. A medida que crecía la diversidad biológica, aparecían los bosques y aumentaba la variedad de especies animales, creció la concurrencia: aerobistas, ciclistas, estudiantes, naturalistas y hasta observadores de aves extranjeros de paso por Buenos Aires.
El reconocimiento oficial llegó el 5 de Junio de 1986, cuando el Consejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires, haciéndose eco del reclamo de las organizaciones no gubernamentales, sancionó por unanimidad la Ordenanza 41247 que brinda protección al área. (la Presidenta está desinformada: la normativa que reclamó existe.).
Ecosistemas y fauna
En la Reserva se pueden observar cuatro diferentes ecosistemas: varios conjuntos de bosquecillos formados principalmente por sauces y alisos; el cortaderal diseminado en toda su extensión; tres lagunas de escasa profundidad, (no conectadas con el río y por lo tanto sujetas al régimen de lluvias) y especies típicas del delta que forman el denominado “ambiente ribereño”. Las lagunas son los ambientes más representativos de la Reserva, y los más ricos, por la diversidad biológica que sustentan. El nivel de agua varía a lo largo del año, y depende fundamentalmente del balance entre lluvias y evaporación. Las temporadas lluviosas y secas se sucedieron con diferente intensidad, pero desde hace meses la Reserva padece la mayor sequía desde su aparición.
Estos ambientes son aprovechados por una variada fauna como áreas de descanso, alimentación, refugio y nidificación. Diversas especies de peces, de anfibios y de reptiles de hábitos acuáticos y semiacuáticos viven en las lagunas, aunque no son fácilmente observables. Una gran cantidad de aves como patos, garzas, macáes, gaviotas, gallaretas, caraos y cisnes se distribuyen por las distintas zonas determinadas por la vegetación. Desde la creación del Parque se han observado mas de 250 especies,
La reserva hoy
Tampoco debe saber la Presidenta que Macri –en su plataforma de campaña de 2003– propuso urbanizar este predio de 300 hectáreas y transformarlo en parque deportivo y náutico. Es cierto que ahora Macri lo ha dejado librado a su suerte, talvez para arremeter con una “puesta en valor” agiornada. Pero si la presidenta visitara la Reserva podría ver que “el yuyal” ha invadido sólo lo que supieron ser las tres lagunas, que al depender del régimen de lluvias han desaparecido por completo desde hace meses. Y con ellas la mayoría de las aves que atraían a tantos contingentes de avistadores del exterior y público local. Los turistas extranjeros ya no la visitan, pero los fines de semana transita un extraordinario número de visitantes locales, quienes disfrutan del paseo oxiginante, aunque el aire no sea neoyorquino.
Si las relaciones entre el PRO y el kirchnerismo no fueran tan ríspidas quizá sería posible una “puesta en valor ecológico” entre Nación y Ciudad, con obras que canalicen agua hacia las secas lagunas. El resto debe quedar como hata ahora en manos de la Madre Naturaleza.
Hay otras áreas en la Ciudad y el país donde “generar miles de puestos de trabajo” incluso con iniciativa privada, como sueña Cristina. Por su parte Macri hizo algo respecto a la Reserva: en el organigrama del Gobierno la bajó cinco lugares. ¿Habrá llegado la hora de convocar al Chapulín Colorado?
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