Por Hugo Presman
El rotundo triunfo de Mauricio Macri en las elecciones del 3 de junio sólo pudo sorprender a los que reemplazan sus deseos por la realidad. Hay diferentes causas concurrentes para explicar el motivo por los cuales la ciudad portuaria y cosmopolita, veleidosa y volátil, ha sido generalmente esquiva a todo lo que huela a populismo, como ayer lo fue al irigoyenismo y al peronismo.
DANIEL FILMUS ¿ ÉXITO O FRACASO?
Cuando se lo eligió para derrocar a Telerman, Daniel Filmus era casi un desconocido (De ahí el cartel: “Si Ud. lo conoce, lo vota”), con apenas el 4% de intención de votos, obteniendo el 24 % el 3 de junio. Desde ese punto es un éxito, para lo cual el gobierno echó el resto y realizó una campaña de demolición de Jorge Telerman. Pero nadie obligó al gobierno a elegir un candidato poco conocido. Por lo tanto pareció desmesurado el festejo de una derrota por goleada, nada menos que por 22 puntos. Si alguien le sacaba el sonido al televisor, y observaba la euforia de los festejos podía concluir que el que sacó el 46% era el candidato oficial. Ahí pudo patentizarse como la patética lucha familiar fue determinante para el categórico triunfo del candidato del PRO, que al sacar semejante diferencia hace improbable la reversión del resultado final. El gobierno apuntó a la derrota de Telerman, pero especialmente de Carrió, a quien considera su principal adversaria. Tal vez desecharon la idea que la principal enemiga de Carrió es ella misma, con sus desvaríos apocalípticos y sus adjetivaciones en superlativo.
Desde el resultado final, lo de Filmus, apenas 3 puntos más que los obtenidos por Rafael Bielsa y que le costó a este el exilio de la cercanía santacruceña, es un fracaso. Si se lo ve desde el punto de partida, como lo hace el gobierno, y la aplastante derrota infringida a Carrió, el principal objetivo, puede entenderse la sensación de triunfo gubernamental.
OPINIONES
“Blindado en su “Yo no agredo a nadie”, Macri sonríe. Su situación es inmejorable. Cualquier dardo pesado será devuelto con ese latiguillo. Esto en cristiano se llama hacerse el boludo, pero la escaramuza está bastante bien armada, y cuando la gente no quiere ver lo que tiene delante, porque es horrible y prefiere tomar a algún personaje de la realidad como un molde en el que hornear sus ilusiones, lo demás sigue solo. Macri no arremete de palabra, pero agredió de hecho a millones de personas, porque succionó del Estado. Porque pervirtió lo colectivo en beneficio propio. Tomando nota de eso ¿ como va a querer Macri hablar de ideología? Lo raro es que haya tanta gente detenida en el árbol, cuando sólo un poco más atrás está el bosque, y en él, una emboscada” Periodista Sandra Russo
“El cambio de Macri fue acentuar una identificación con la antipolítico, adecuándose al sentido común imperante neoliberal, y acentuar el fetiche de que la política no es conflicto, no es confrontación, sino un mundo de empleadores que emplean empleados que trabajan” Sociólogo Nicolás Casullo
“La campaña (de Macri) es edulcorada y no construye enemigos en su discurso. Ninguno es enemigo: ni el cartonero, ni el piquetero. Ese es el aggiornamiento que ha hecho y esa es la destrucción de lo político, donde hay adversarios y se compite con ellos. Compite sin competir. No quiere decir contra qué está: es el discurso de la publicidad. No está contra nadie, como las campañas publicitarias: se muestra al servicio de quien compra el producto” Raúl Barreiros, semiólogo
“Macri paradójicamente tuvo mucho menos que ver con la década del noventa, que el propio Kirchner” Mariano Grondona
“Imaginar las consecuencias de una victoria de Macri no es agradable, pero puede evitar sorpresas peores. Una nueva Gran Esperanza Blanca quedaría instalada en el centro de la escena nacional, desde donde irradiaría hacia el resto del país, en especial Buenos Aires y Córdoba, donde los candidatos que piensa sostener el kirchnerismo pegarían una ágil pirueta en el momento oportuno. Se advierte mejor así el potencial destructivo de la carencia de desarrollo político propio del gobierno nacional, la tarea a la que Kirchner dice que se dedicará cuando deje la presidencia. En torno de Macri se reagrupan ya los sectores desplazados del menemismo y el duhaldismo” Horacio Verbitsky
RUMBO AL BALLOTTAGE
Como lo adelantamos en la nota anterior a las elecciones, “Entre el fracaso y “la gestión”, rápidamente Mauricio pasó a ser Macri. El presidente nacionalizó la campaña y sacó a relucir la vinculación de Macri con los noventa. Lo cual es indudablemente cierto, tanto como el involucramiento de los denunciantes con el mismo período.
El gobierno intenta revertir una goleada en una derrota honrosa de 55% a 45% o de 54% a 46%. Pero para ello tiene que cambiar la estrategia. Debe partir de lo local a lo nacional y no de lo nacional a lo local. Sino se procede desconociendo el mensaje de las urnas. Ese que recogió el macrismo con la superficialidad e hipocresía del que asume publicitariamente a la administración como sustituto falso de la política, como un escenario inexistente de conflictos.
Hay que dar soluciones concretas a problemas concretos. La ideología debe estar en la solución mejor y diferente que se le da al problema. Sino se procede como ciertas sectas que ante el ciudadano que le presenta el problema de su uña encarnada responde que la solución se alcanzará cuando se derrote al imperialismo. Pero el votante quiere la solución ahora para su uña encarnada, no en un remoto y poco predecible futuro. En forma similar se comporta el gobierno, operando sobre el pasado y remitiendo los problemas a la década del noventa.
La ciudad de Buenos Aires cuenta con un importante déficit. Es un tema que los candidatos no abordan. Hay una medida sencilla de implementar para enjugar dicho desequilibrio y para hacerse de un importante volumen de recursos: el llevar las valuaciones de inmuebles a sus valores reales, al tiempo que se repara un exponente claro de inequidad. El periodista Marcelo Zlotogwiazda en Página 12 del 1 de junio de 2007 dice: “La ciudad de Buenos Aires recauda muy poco por impuesto inmobiliario, debido fundamentalmente a que las propiedades más caras están ridículamente subvaluadas: sobre un total de 1.650.000 partidas, el 93% tiene una valuación fiscal inferior a los $ 69.000 pesos y las alícuotas están lejos de compensar esa inmensa desproporción” Se podría hacer como en Costa Rica donde por debajo de un determinado valor los inmuebles están exentos y a partir de allí hay una tasa progresiva al mayor valor.
Se debe partir, entonces desde lo local para luego enlazarlo con la situación nacional. No exagerar el ataque ni terminar victimizando al adversario. Tal vez de esa forma se consiga la derrota honrosa. O en un verdadero e improbable milagro conseguir una victoria más lejana aún que el triunfo de Estudiantes en el último campeonato justamente sobre el equipo presidido por el ingeniero que convirtió en derrota una victoria al alcance de la mano.
En caso contrario, se terminará en otra goleada de 60% a 40% o de 65% a 35% o la catastrófica de 70% a 30%. Se habrá consolidado en ese caso un José María Aznar porteño, aún sin proyección nacional, pero en condiciones de aglutinar a una oposición fragmentada y desconcertada contra un gobierno al cual ataca por sus aciertos, pero incapaz también de una construcción política de alcance nacional. Ambos tratan de amalgamar los retazos de las implosiones partidarias.
Otro elemento a considerar es el lenguaje. Señalar que la caracterización de vecino, tan caro al macrismo, es típico de un consorcio, una prolongación de la usada en los noventa, de consumidor. Es el ciudadano transformado en vecino. Alguien a quién se le expropia sus derechos y al que solo se le deja el pago de las expensas.
Es bueno señalar, que más allá de todas las especulaciones, el ballottage debería resultar para Macri, tan fácil como hacer un gol posicionado en el área chica y sin arquero.
Los que se enojan con la realidad, no deberían olvidar el sabio consejo del filósofo Baruj Spinoza: “En política no hay que reír ni llorar, sólo comprender”.
Y para los ilusionados votantes de Macri, tal vez sería interesante que se formulen algunas de las irónicas preguntas lanzadas por el periodista Orlando Barone en Radio Continental:
“¿La victoria del PRO asegurará el final de los asaltos y los robos, el final de los accidentes y tragedias, el final de las barras bravas, el final de las villas miserias, el final de las escuelas sin estufas, el final de la exclusión y el final de los reclamos de Blumberg?