ENTREVISTA
Por Mariano Minasso [ANRed]
¿Qué representa la murga para Los verdes de Monserrat?
— Julián Catalano: Es una herramienta para poder expresarnos. Nuestra forma de organización ante tanta falta de representación política es la murga. Nosotros hoy nos juntamos y discutimos política a través de la murga. Es una expresión popular del pueblo, de la clase trabajadora, de los desocupados, de los estudiantes. Es una cuestión de lucha. Todos los pueblos, de alguna manera, festejan el carnaval. Y la murga es una expresión dentro del gran abanico de expresiones artísticas que se dan dentro del carnaval.
¿Y qué busca el carnaval?
— J.C.: Alterar el orden. En lo simbólico, mediante los juegos y los festejos, se altera el orden de los de arriba por sobre los de abajo. Se rompe esa hegemonía de imposición de que solo hay que trabajar. También hay que entender que el carnaval va mucho más allá de un lugar físico y que acá se ha perdido mucho la expresión del festejo. Se han roto todos los lazos sociales no solamente en el tema del carnaval, sino en la cultura misma, en la salud, en la educación, en todos los derechos. Para nosotros, el festejo del carnaval es un derecho y pretendemos recuperar, entre otras cosas, el feriado que la dictadura nos robó.
—¿Por qué te parece que a 30 años de aquella imposición y con varios gobiernos democráticos de por medio el carnaval todavía no ha podido recuperar su feriado?
— J.C.: Porque la lógica del sistema es la misma. Por ahí la forma de implantar el ordenamiento social es diferente, pero la presión es la misma. Vivimos en una pseudodemocracia en donde cambiaron los modelos de represión generalizada y predeterminada. El cambio fue sólo de matices. Además, hay tanta crisis que un pedido por el feriado del carnaval parece secundario. Estando la mitad de las personas en la pobreza parece ilógico el reclamo, pero es parte de los derechos sociales. El expresarse, el pan, el trabajo son parte de un mismo derecho y en cuanto a los gobiernos democráticos, según me parece, siempre han servido a los intereses de los grupos económicos.
— ¿Específicamente qué crees que vieron de peligroso los militares en el carnaval?
— J.C.: En primer lugar no fueron ingenuos. El carnaval hace siglos que se viene prohibiendo, ya sea de parte de la dictadura como de los gobiernos democráticos. No quieren que el pueblo se junte. Porque cuando uno se junta genera discusión y cuando uno discute genera conciencia. Al bailar con el otro, uno mira a los ojos a su compañero y dialoga. Esto genera alteridad, compañerismo, respeto. Cosas que llevan a la expresión y hacen a la organización. Llama a un grito de todo lo que se está padeciendo y esto en algún momento se les viene en contra a los de arriba. Por eso, el carnaval se ha querido prohibir.
— ¿Históricamente qué representan la levita y la patada del murguero?
— J.C.: Las patadas representan los latigazos que les pegaban a los negros por bailar. La levita, que es el traje murguero con esa particular cola, eran los trajes que los negros le robaban a sus patrones. Hay todo una simbología.
— ¿Y con respecto al baile?
— J.C.: Hay tres tipos de baile. La rumba que es el momento de seducción, en donde el negro invita a bailar; después están los tres saltos que justamente son los latigazos que se les pegaba a los negros por bailar. Y por último, la matanza que representa la liberación del negro. Pero esta dominación es algo que no deja de ocurrir, va cambiando de nombre. Pueden ser militares, curas, modelos económicos y sociales, burguesía. Tienen muchas denominaciones. Nosotros, lo simplificamos: son los de arriba contra los de abajo. Aunque generalmente se terminan peleando los de abajo.
— Los verdes de Monserrat mantienen un vínculo con diferentes movimientos sociales y organizaciones de derechos humanos. ¿Concretamente, cómo es esa relación?
— J.C.: Las organizaciones que hacen el corso con nosotros son movimientos sociales y organismos de derechos humanos. Específicamente, la seguridad del corso la hace un movimiento de desocupados. Además, yo particularmente di algunos talleres de murga en los MTD de la Matanza, Varela, Glew. Todo esto se produjo a partir de un Frente Murguero que se había creado con algunos de los murgueros más militantes y empezamos a trabajar en distintos barrios. A partir de este frente, yo pude laburar en un Instituto de menores. Era un lugar en donde la murga no tenía acceso y hoy es parte del programa oficial de esa institución. Logramos instalar un ratito de libertad; bailar murga en un lugar cerrado en donde el tipo o la tipa se encuentran en un proceso, en una situación judicial. Pero tienen sus ratos de bailar murga y de poder expresarse y, obviamente, también pueden liberarse y olvidarse del lugar en que están.
— ¿Qué sienten al ver que costumbres importadas, como pueden ser los festejos de Hallowen o de San Patricio, se imponen en nuestra sociedad?
— J.C.: Es parte de una cultura dominante, es una cuestión de bajada de línea. Los de arriba contra los de abajo. Desde el norte dicen festejemos Hallowen, que la verdad no sé que es eso, pero hay un merchandising de puta madre que aparece por todos lados y manejan los medios. Te termina quemando la cabeza y ¡encima es importado!
— Laura Duarte: Aparte, son costumbres propias de otros países, de otros lados, que nada tienen que ver con nosotros.
— Más allá del baile, de la diversión, de esos cuerpos en movimiento, ¿qué simboliza la murga en concreto?
— J.C.: Es parte de la resistencia. De la lucha, de la alegría de hacer lo que uno piensa y siente. Expresarlo con el cuerpo y hacerlo alegremente. Luchar y resistir con alegría.
— L.D.: Es un baile que representa y simboliza la liberación, desde sus orígenes hasta el hoy. Es la posibilidad de ponerse un traje y disfrazarse para manifestar la liberación.
— Específicamente este año, ¿cómo vienen los preparativos para Los verdes de Monserrat?
— L.D.: Este año va a estar enmarcado dentro de los 30 años del golpe, para eso estuvimos participando y ofreciendo el escenario, el micrófono, el lugar para difundir las actividades previas a la marcha y a la marcha en sí.
— Con respecto al apoyo económico, ¿cuentan con algún tipo de beneficio oficial?
— J.C.: Para nosotros la disputa de poder tiene que ver con meternos en todos los ámbitos posibles. Este corso está enmarcado, entre comillas, entre los llamados corsos oficiales. Pero nosotros pedimos por la liberación de los presos políticos y no vemos que otros corsos llamados independientes lo hagan. Que nuestro corso esté enmarcado dentro del espacio oficial de la ciudad de Buenos Aires fue una lucha conseguida y lograda por los murgueros. Pero funcionamos a través de la autogestión y también tenemos un presupuesto que fue todo un logro disputado y ganado. No descartamos las distintas formas de lucha, ni cerramos la discusión en independientes u oficiales. Somos las dos cosas, porque el corso nuestro no lo maneja ningún puntero político, lo manejamos nosotros. El nuestro es uno de los pocos corsos que se organiza dentro del circuito oficial que tienen un gesto de rebeldía con consignas políticas.
— ¿Tiene que ver con apropiarse de un espacio oficial y utilizarlo para el beneficio colectivo?
— L.D.: Es que ese espacio oficial es nuestro, es de todos. Y fue una lucha conseguida.
— J.C.: Además, no es que va a venir el procesado Aníbal Ibarra o algún jetón a hablar. Somos nosotros quienes manejamos el micrófono, ponemos la seguridad, las luces. El Gobierno de la Ciudad solo te da el permiso y entre comillas.
— L.D.: El permiso y el presupuesto que sólo te alcanza para pagar los micros y punto.
— J.C.: Para nosotros no está mal hacerlo de esta manera, es una disputa de poder ante el gobierno. Por eso, exigimos el feriado del carnaval.
— ¿Y cuál es la respuesta hasta ahora?
J.C.: No hay respuesta. En principio logramos el feriado para los empleados del Gobierno de la Ciudad. La idea es trasladar la disputa de poder a Nación. Son pequeños logros, pero para mí la lucha no pasa por juntar firmas, ni ganar leyes o decretos, sino por ganar la calle. Por eso apostamos a los dos frentes: no dejamos de tener el ámbito de discusión con la comisión de carnavales del Gobierno de la Ciudad, ni con los movimientos de desocupados que están peleando por el trabajo, ni con los organismos de derechos humanos, ni con otras murgas que están por fuera.
— ¿Qué los diferencia de otras murgas?
— J.C.: Que somos la más política.
— L.D.: Es el laburo que tenemos, las discusiones que nos damos. El poder tener un proyecto productivo. Es poder responder cuando nos piden que hagamos un taller de murga en algún lugar. Es poder organizarnos y viajar a Jujuy todos los años para la marcha por el apagón de Ledesma. Además de eso, quedarnos 10 días en parte de la quebrada haciendo talleres, intercambiando diferencias y similitudes con la gente del norte acerca del carnaval. Esa discusión y esa construcción que podemos hacer nosotros se traslada y se refleja en un laburo más amplio que excede los festejos del carnaval.
— J.C.: Para nosotros, la murga es nuestro espacio de militancia. Nosotros vamos a los talleres y al corso con la levita puesta y también vamos a las marchas con nuestra levita.
— L.D.: La levita es nuestra bandera en las marchas.
Una levita que no habían traído a la charla pero que cada vez se hacía más presente, hasta que finalmente vino a buscarlos. Era la hora de salir a las calles y comenzar, una vez más, con el espectáculo.
La teoría había estado muy bien, pero es en la práctica en donde debe producirse el cambio y Los Verdes de Monserrat ya estaban listos y “con sus armas preparadas” para desplegar todo su talento e iniciar la lucha.
Y para todos los que deseen verlos en acción, la cita es en Av. San Juan y Solís, todos los sábados y domingos de febrero a partir de las 17hs