El lunes a las cinco de la tarde, miles de médicos olvidaban el feriado mientras intentaban recordar el rostro que vieron en la primera consulta. No hay cámaras en las guardias.
El lunes, a las cinco de la tarde un enfermero festejaba la salida de un paciente recuperado, al mismo momento que empezaba a cambiar la ropa de cama y desinfectaba la habitación. Se preguntaba también cuándo fue la última vez que vio a sus hijos despiertos. No había micrófonos cerca.
El lunes a las cinco de la tarde, los recolectores de residuos, inesperados y queridos nuevos héroes de la cuarentena comenzaban su gira diaria. Mientras corren tras los camiones arrojando todo tipo de bolsas y paquetes van saludando a los niños que les gritan desde ventanas y balcones. No hay crónica periodística que de testimonio de la escena.
El lunes a las cinco de la tarde, miles de militantes de los movimientos sociales cocinaban, preparaban viandas, repartían frazadas, o arreglaban juguetes. Construyen el futuro en silencio. Nunca aparecen en los titulares de los grandes medios.
El lunes a las cinco de la tarde, mientras una maestra jardinera ensayaba una canción frente al celular, un maestro de séptimo se las ingeniaba para hacer entrar el cruce de los Andes en un audio de whatsapp. Cuentan los días para volver a ver a “sus chicos”, como ellos suelen nombrar a sus alumnos.
El lunes a las cinco de la tarde millones de argentinos mimaban a sus hijos, cuidaban a sus padres, aconsejaban a sus hermanos, daban besos por celular, o abrazaban por zoom a sus amigos.
El lunes a las cinco de la tarde, también, un grupo integrado por militantes antiabortistas, homofóbicos, antivacunas, anticuarentena y antisemitas de todo tipo y factor marchaban por el centro porteño contaminando el aire con sus arengas cargadas de resentimiento, con la participación de los dirigentes PRO Patricia Bullrich y Hernán Lombardi. Los medios convirtieron este mitin del odio en “una pacífica manifestación ciudadana a favor de la libertad y en contra de la reforma judicial”, barriendo bajo la alfombra el claro tinte fascista de las consignas.
No desconocemos que se plegaron a esa convocatoria muchos argentinos desesperados, trabajadores informales, cuentapropistas y muchos pequeños empresarios, que conforman una población de vulnerabilidad relativa o extrema, a los cuales no se ha podido proteger a pesar de los inmensos esfuerzos realizados para compatibilizar el aislamiento social con las consecuencias económicas de la pandemia. Merecen una respuesta pero con seguridad, no son los organizadores de esta marcha los que se han preocupado por su destino cuando gobernaron este país.
El Llamamiento Argentino Judío repudia las expresiones vertidas en la marcha y el claro desprecio por la vida y la salud por parte de los convocantes, a la vez que saluda en forma fraternal a la gran mayoría de los argentinos que desde sus trabajos o sus hogares hacen frente a la pandemia haciendo suyas las pautas de cuidado sugeridas por los expertos y difundidas por el gobierno nacional.
En unos meses, cuando el efecto de los cuidados y el aporte de la ciencia a través de las vacunas elimine el peligro del contagio, y no antes, volveremos a encontrarnos y manifestarnos en estas calles, las calles que son de todos y que están esperando nuestra presencia.
Llamamiento argentino Judío
Dardo Esterovich, Secretario
Marcelo Horestein, Presidente