Argentina se ubica dentro de la categoría de países con “muy alto índice de desarrollo humano” por su buen desempeño en indicadores como esperanza de vida al nacer, media de escolaridad e ingreso bruto per cápita.
El valor del Índice de Desarrollo Humano (IDH) de Argentina para 2013 fue de 0,808, y este resultado posiciona al país dentro de la categoría de “muy alto desarrollo humano” y en el lugar 49 dentro de 187 países.
Entre 1980 y 2013, el valor de IDH de Argentina aumentó 0,665 a 0,801, un incremento de 21,5 por ciento que en términos anuales representa un aumento de alrededor del 0,59 por ciento. Como el IDH es un valor que oscila entre 0 y 1, cuanto más se aproxima a 1, mayor es el nivel de desarrollo humano.
“Entre 1980 y 2013, la esperanza de vida al nacer aumentó 6,8 años en Argentina; la media de escolaridad aumentó en 3,1 años; y el Ingreso Nacional Bruto per cápita aumentó en un 47,4“, indica el estudio.
El IDH se establece en función de tres dimensiones: una vida larga y saludable, acceso a educación y un nivel de vida digno.
La primera de ellas se mide por la esperanza de vida; el acceso al conocimiento se mide a través de la media de años de escolaridad para la población adulta y los años esperados de escolarización para los niños en edad de ingreso escolar; y el nivel de vida se mide por el PBI per cápita.
Junto a Argentina, dos países latinoamericanos se encuentran en el grupo de muy alto: Chile y Cuba.
A nivel global, el grado de desarrollo humano sigue aumentando pero el ritmo de crecimiento disminuyó siendo, no obstante, muy irregular el progreso entre países. “Los grupos con un nivel de desarrollo humano más bajo parecen estar mejorando a un mayor ritmo, por lo que existen motivos para creer que la brecha se está reduciendo“, dice el informe.
Zimbabwe, por ejemplo, experimentó la mejora más importante en el Índice de Desarrollo Humano debido a un aumento de 1,8 años en la esperanza de vida de su población entre 2012 a 2013, lo que equivale a casi cuatro veces el aumento promedio mundial. Sin embargo, el ranking del IDH no presenta variaciones en ninguno de sus extremos: Noruega, Australia, Suiza, los Países Bajos y los Estados Unidos ocupan el primer puesto, mientras que Sierra Leona, el Chad, la República Centroafricana, la República Democrática del Congo y el Níger continúan ocupando los últimos lugares.
Por otro lado, en Asia y la región del Pacífico, los Estados Árabes y América latina y el Caribe, la media de la tasa de crecimiento anual del IDH se redujo en un 50 por ciento si se compara el período 2000-2008 con el de 2008-2013. Los países con descensos más pronunciados en los valores del IDH durante 2013 fueron la República Centroafricana, Libia y Siria, “donde los continuos conflictos dieron lugar a una reducción de los ingresos“.
El informe de 2014 revela además que, en términos generales, el nivel de desigualdad se redujo ligeramente en la mayoría de las regiones, según muestran las mediciones de otro índice, el de Desarrollo Humano ajustado por la Desigualdad (IDHD). “Sin embargo, la desigualdad en los ingresos ha aumentado en varias regiones“, dice el informe.
El IDHD, que se calcula para 145 países, muestra que los niveles más bajos de desigualdad se encuentran en Noruega, Finlandia y la República Checa.
El análisis de otro indicador, el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), muestra que, a pesar de que la pobreza está disminuyendo, casi 1.500 millones de personas de países en desarrollo siguen siendo multidimensionalmente pobres, y cerca de 800 millones sufren el riesgo de volver a serlo “si se producen situaciones de crisis, ya sean económicas o medioambientales“.
El IPM identifica múltiples privaciones en materia de educación, salud y nivel de vida. En ese sentido, Asia Meridional es la región que cuenta con el mayor número de población multidimensionalmente pobre, con más de 800 millones de personas viviendo en la pobreza y más de 270 millones próximas a su umbral lo que, sumado, representa más del 71 por ciento de la población de la región.
El Informe sobre Desarrollo Humano 2014 argumenta que “las vulnerabilidades suponen una amenaza para el desarrollo humano y, a menos que se aborden de forma sistemática, el progreso no será equitativo ni sostenible“.(Telam)