Por María Elena Naddeo *
Quienes trabajamos en la función publica en el periodo signado por la crisis de los años 2001 y 2002 recurrimos a todos los medios disponibles y apelamos a muchos otros adicionales para dar respuestas a las miles de familias y de niños y adolescentes en caída abrupta en la marginalidad.
Después de más de seis años de gradual recuperación, vemos acentuada la presencia devastadora e insomne de cientos de chicos de los barrios del Sur de la Ciudad atravesados por el consumo de sustancias, dañados por el paco, marginados del mundo educativo y laboral, y de grupos de chicas en situación de calle victimizadas por la actividad prostituyente de numerosos clientes, en particular en la zona de tránsito de camiones de los barrios de Barracas, Parque Patricios y Pompeya.
Operadores y equipos profesionales especializados de las áreas de infancia y adolescencia, de los servicios de protección de derechos, de los centros de atención en adicciones, de otros organismos del estado y de la sociedad civil han intentado y todavía intentan tener presencia en las zonas de mayor vulnerabilidad.
Sin resultados a la vista, la precariedad de las políticas públicas diseñadas e implementadas para la prevención del consumo de sustancias, para la atención de las víctimas y para la persecución de los circuitos prostituyentes es sorprendente.
¿En qué debates y contenidos estamos ocupando la energía política, institucional y los recursos presupuestarios de la Ciudad?
Necesitamos impulsar una agenda política y social que ponga el tema de la recuperación de las villas y los barrios de la zona sur nuevamente en el centro de la escena, las políticas de prevención de adicciones, de inserción laboral para las familias y los jóvenes de todos nuestros barrios y la prevención de la violencia de género, incluyendo particularmente la prostitución como una de sus peores expresiones. Que sirva para esto toda nuestra institucionalidad.
* Legisladora porteña (Diálogo por Buenos Aires)