Una ola de antiimperialismo petrolero se desató sobre la Argentina al conocerse el decreto que corona los acuerdos de YPF con la empresa imperialista Chevron para empezar a desarrollar los yacimientos de petróleo de esquisto (shale oil) en la zona de Vaca Muerta, Neuquén.
Esos acuerdos no lesionan la soberanía argentina. El 80% de los hidrocarburos obtenidos queda en manos de nuestro país, el 20% en manos de la empresa contratada, los plazos de inversión y las penalidades son correctos, no se traspasa una sola acción de YPF a la empresa Chevron, y todas las diferencias deberán resolverse ante tribunales argentinos.
El acuerdo permite resolver, drástica y rápidamente, el drenaje de divisas que significa la permanente adquisición de hidrocarburos por parte del Estado y el país para poder sustentar el proceso de reindustrialización.
La situación es consecuencia de las políticas impulsadas precisamente por los más duros críticos del gobierno nacional: el radicalismo, el PRO, el peronismo cipayo y los progresistas de la Alianza. Son ellos, no el kirchnerismo, los responsables del desguace de YPF y de la transformación de la Argentina en proveedor de petróleo y gas barato a las empresas extranjeras implantadas en Chile.
Llamamos a los compañeros del campo nacional y del más amplio campo popular que se dejaron llevar por la argumentación de esos enemigos de la Patria a reconsiderar sus posiciones.
Detrás de las críticas a Cristina Fernández de Kirchner por el acuerdo con Chevron no está la intención de nacionalizar definitivamente YPF, ni la de desarrollar una tecnología propia en tiempo récord para explotar el petróleo de Vaca Muerta. Lo que hay allí es la intención de mantener y agrandar el desequilibrio de la balanza comercial, para empujar al país a una devaluación y a una crisis financiera.
Secretario General
Partido Patria y Pueblo – Izquierda Nacional