La toma no fue violenta. Al frente de los futuros policías metropolitanos estuvo un comisario, con las respectivas credenciales y las autorizaciones del Ministerio de Seguridad de la Ciudad. Ahora ocupan durante el día dos habitaciones, en cada una de las cuales había 20 camas, parte del complejo con un total de 120. A la hora del almuerzo comparten el comedor con chicos de una escuela primaria anexa, que no es parte del programa Puerto Pibes.
Resulta extraño el énfasis de algunos medios progresistas en la supuesta portación de armas y hasta las consecuencias de un disparo accidental. ¿Portan armas los aspirantes a agentes de policía?
Entendemos que el foco sobre lo que está ocurriendo, en cambio, hay que trasladarlo a la política oficial de exclusión. La realidad es que Puerto Pibes fue abandonado desde el inicio de la gestión macrista. En las postrimerías de 2007, cuando expiraba la administración Telerman, Puerto Pibes se quedó sin suministro de gas.
De esa época es la advertencia que figura en la web de la Ciudad
“Debido a que durante el año 2008 la institución estará en refacción, se deberá consultar con anticipación por la disponibilidad del predio”. El gas nunca llegó, de las reformas ni que hablar.
“De los casi 30 mil niños que disfrutaban de los campamentos escolares sólo hubo tres mil el año pasado. Los ex profesores que alguna vez participaron de la experiencia recuerdan con nostalgia que el predio alojaba a miles de chicos de otras provincias que visitaban la ciudad y que luego eran visitados en sus pueblos y ciudades por los locales para completar el intercambio” describe un matutino de esta Capital.
Después del abandono aparece la vaga promesa de relocalizar Puerto Pibes en el Sur de la Ciudad con el tendencioso y falaz argumento de que allí residen los principales beneficiarios. La operación cierra perfectamente: primero, dejarlo caer, luego ocuparlo con otra actividad supuestamente más importante (la Policía metropolitana, destinada a acabar con la inseguridad) y finalmented –como sin ninguna duda ocurrirá– dejarlo morir de inanición, sin partidas presupuestarias que lo sostengan.
Macri es tan coherente como Posse
Macri es tan coherente como Posse, porque ambos sostienen una misma ideología de la exclusión. Uno comete la torpeza de evidenciarla con paredes, el otro utiliza formas más sutiles. Teje muros virtuales alrededor de los pobres, en este caso al desactivar programas dirigidos a brindarles a chicos carenciados experiencias significativas en un ambiente de diversión y esparcimiento.
Resulta un tanto siniestro que a los chicos los corra la Policía en ciernes. Los aspirantes incorporan la lección básica de quién es quién y qué lugar le corresponde a cada uno en la sociedad.
“Gustavo se equivocó” dijo el ministro de Seguridad de la Provincia y en términos similares se expresó el intendente de San Fernando. Ambos se equivocan al sostener que “Gustavo (Posse, Intendente del Partido de San Isidro) se equivocó“. Le salió mal, que es otra cosa. Lo suyo fue un torpe error de cálculo que, de no mediar la mini pueblada de los pobres de San Fernando, lo hubiera posicionado muy bien frente a sus amigos de La Orqueta, el exclusivo barrio al que pretendía proteger con un muro.
En el mismo sentido, acabar con Puerto Pibes no podría catalogarse como un error de Macri. Dentro de la lógica que le dicta su ideología es un acierto. Es tan coherente como Posse, aunque más fino.