LA EMISORA FUNCIONA EN EL NEUROPSIQUIÁTRICO BORDA
La Colifata, la radio que se emite desde el Hospital Borda y constituye la primera experiencia mundial en transmitir desde un neuropsiquiátrico, festejó el 2 de octubre los 22 años de un proyecto que, según su creador el psicólogo Alfredo Olivera, nació para “dar un salto al muro y poner en conexión realidades artificialmente divididas”.
Con la ley de medios obtuvo una licencia y luego ganó un concurso de la Afsca para construir el estudio desde donde transmitirán todos los días.
“La Colifata es una experiencia que permite que podamos pensar en el orden de la desmanicomialización sin necesidad de plantearlo en términos teóricos sino practicando una nueva manera de entender la salud mental”, aseguró a Télam Alfredo Olivera, el psicólogo mentor de la radio.
Olivera aseguró que el proyecto “se fue tejiendo, fue cobrando sentido en el hacer, y en ese hacer fue incorporando actores que antes estaban completamente afuera de eso que es el ámbito de la salud mental y posiblemente eso haya sido lo innovador, más allá de la radio como recurso”.
“El lugar del oyente fue central y también el lugar de los comunicadores que generaron una práctica inclusiva desde los orígenes”, afirmó el psicólogo al tiempo que destacó al locutor Lalo Mir como “el primero que le dio lugar a estas grabaciones, a estas cintas que tenían una calidad sonora muy rudimentaria pero una potencia comunicacional enorme”.
Olivera se acercó al Borda en 1990 al grupo Cooperanza, creado por el reconocido psicólogo social Alfredo Moffat, quien ya había desembarcado en el neuropsiquiátrico en la década del 60 y había provocado transformaciones profundas en el campo de la salud mental.
“Moffat se mete en una ronda de mateada y encuentra valor en concentrado en aquellos `desechados psíquicos sociales` expulsados a un territorio destinado para la locura y le produce valor. Yo lo que hice es conservar esto y meterle la radio”, describió.
Y continuó: “La radio fue una manera de dar un salto al muro y de poner en conexión realidades artificialmente divididas. Lo que el medio produce es una rueda que sale de sí y choca y entra en contacto con otras ruedas circulantes por fuera del psiquiátrico y por los intersticios sociales”.
“Lo más interesante es que esa rueda volvía enriquecida por palabras, mensajes y reflexiones de mucha gente que se encontraba en diálogo con un grupo invisibilizado de la sociedad y ese encuentro le producía cosas”, aseguró.
Y añadió que, en este sentido, “Colifata siempre fue una máquina de producir imprevistos y de canalizar eso que a la gente le pasaba al encontrarse con alguien catalogado como diferente”.
Cristian Ruggieri es paciente e integra la radio desde sus orígenes: “durante ocho años estuve afuera, donde aproveché para estudiar Periodismo de Investigación en la Universidad Popular de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo”, contó.
Hoy realiza un panorama de medios y tiene una columna de opinión sobre actualidad: “Lo que encuentro en los diarios es un periodismo muy polarizado, yo intento presentar la información lo más objetivamente posible, aunque uno siempre tiene una mirada política de las cosas”, aseguró.
Para Cristian, “hacia afuera tanto el Frente del Artistas del Borda como desde la radio estamos haciendo un aporte, no sólo a la salud mental sino también a la cultura”.
Y en lo que respecta a su vivencia con el proyecto, el joven define a la radio como “un espacio terapéutico, totalmente libre. Nadie te dice qué tenés que decir, ni cómo. Ahí yo hablo de lo que me parece y nadie te dice si está bien o no”.
Desde aquellos primeros pasos con un radiotransmisor cedido por el dueño de una FM barrial, a la transmisión de 24 horas todos los días del año, Olivera hizo un repaso por las rupturas y continuidades, tanto dentro como fuera de los muros.
“Mucha de las personas que pasaron por la Colifata pudieron salir y sostener una vida afuera”, dijo sin ocultar su satisfacción porque, más allá del hecho artístico, el espacio es un proyecto terapéutico en el que se realiza un seguimiento de cada paciente.
Como parte central de lo que pasó “en el afuera”, el psicólogo mencionó la aprobación de la Ley de Salud Mental “que en la letra propone la apertura de dispositivos de atención y acompañamiento en la comunidad”.
“Un cambio que se produjo en la sociedad, quizás motivado por La Colifata, es que hoy no es una locura pensar una radio al servicio de personas internadas en psiquiátricos; de hecho la experiencia se replicó en muchos países y nosotros fuimos invitados a apoyar estos proyectos”, mencionó.
De cara al futuro, “los califatos” se proponen poder tener momentos de transmisión en vivo “desarrollados con criterios estéticamente interesantes y con equipos conformados por profesionales de la comunicación, con o sin experiencia, pero que se quieran sumar al proyecto”.
“Otro tema pendiente es que quienes trabajan en la radio puedan percibir un ingreso, entonces más allá del trabajo social y terapéutico sería una alternativa laboral”, concluyó.
La Colifata cumple años y le apuesta al 22
“Lo pedís, lo tenés”, prometen algunas radios FM y a lo sumo pasan algún tema de moda, con el que igual van a taladrar al oyente hasta que lo disponga la compañía discográfica. Pero distinto es el caso de LT22 Radio La Colifata, que cumple 22 años y provee un lugar a los internos del Hospital Borda donde ser escuchados, hacer amigos, interesarse en algo y volver a conectarse con un mundo que les tiene miedo a base de prejuicios. Hoy lo celebra con una transmisión en vivo desde el hospital, de 6 a 18, por la 95.9. De aquel grabador de periodista de los inicios a la licencia obtenida junto a la sanción de la ley de medios y un subsidio de la Afsca para construir su propio estudio, ésta es su historia.
“¿Viste que los locos tienen una radio?”, habrá comentado algún oyente asombrado en 1991, al escuchar un audio de los colifatos en radios comunitarias o, luego, en la Rock & Pop, de la mano de Lalo Mir y el programa Aquí Radio Bangkok. Sin embargo, del otro lado sólo había un simple grabador, que dio origen a la idea colectiva de la existencia de Radio La Colifata, que la misma comunidad se encargó de hacer realidad.
“En 1990 yo integraba el grupo Cooperanza, que hacía talleres artísticos en el Borda los fines de semana y nos encontrábamos con una institución que sólo administraba los padecimientos de los pacientes, que podían pasarse toda la vida ahí adentro porque habían perdido toda perspectiva y noción de la vida social. La idea con la radio era crear un puente, condiciones de encuentro para que la gente pudiera perderle el temor a las personas diagnosticadas con un padecimiento mental. Era una radio sin antena y otros nos hicieron un lugar. Había que colarse y llegar a personas diversas con temor a la locura”, explicó Alfredo Olivera, psicólogo y fundador de La Colifata.
“Había una necesidad. Surge porque había un colectivo invisibilizado tras los muros al que se le restituye la dignidad de la palabra. La metodología era creativa, transformando una situación de carencia y dificultad en una posibilidad. Luego constatamos lo terapéutico: los protagonistas de la palabra estaban cada vez mejor.”
La mejora anímica de los colifatos coincidió con una mayor participación de la comunidad, que fue lo que posibilitó el crecimiento de la radio. “Todo lo que logramos lo conseguimos con la participación de la comunidad. El primer equipo de transmisión nos lo donó Don Américo, que tenía una FM barrial en San Miguel. Era un equipo de un watt, con una antena paragüita que Américo puso arriba de un árbol y se escuchaba a 50 metros. Ahí los internos empezaban a caminar para probar hasta dónde se escuchaba y les decíamos ‘Levantá la mano si escuchás’. Después subimos a clavarla en la terraza.”
“Entre 1994 y 1995 La Colifata era retransmitida por más de una veintena de radios. Era una botella lanzada al mar. Nos llegaban mensajes grabados de los oyentes con ideas e inquietudes. Así, una mujer se entera de la radio por un programa que hacía Nelson Castro y le manda una carta al programa Sorpresa y media y para el sexto aniversario teníamos un transmisor con más potencia”, recuerda Olivera. “La idea de una radio en el Borda fue una construcción colectiva –aclara–. Nos declararon de interés parlamentario y ni teníamos papeles. Pero el deseo colectivo nos dio más posibilidades y años después obtuvimos un permiso provisorio que se afianza con la ley de medios y el otorgamiento de la licencia.”
Más allá de esto, el proyecto tiene su carnadura en la población a la que la radio asiste, en una situación de extrema vulnerabilidad social. “Desde 2008 hicimos un seguimiento estadístico y constatamos varias cosas de los colifatos –comenta el fundador de la radio–. Al estado de vulnerabilidad psíquica se sumaba la vulnerabilidad social, con un 60 por ciento de los pacientes sin contacto con la familia y con un mundo social pobre o nulo. Además, más del 80 por ciento habían sido declarados inhábiles o insanos por la Justicia. Por último, más del 90 por ciento no trabajaba y un 75 por ciento sólo tenía el ingreso de la pensión por discapacidad que apenas alcanza para alquilar una piecita cerca del hospital. Esto quiere decir que los estabilizados no tienen dónde ir. Entre 2002 y 2004, más del 70 por ciento de los externados tuvo que volver al hospital monovalente.”
“Esto demuestra la carencia institucional de dispositivos de medio camino que posibiliten condiciones de reinserción. Está la gran institución y el abismo. Se le tienen que destinar recursos al hospital para que las personas vivan dignamente, pero pongamos recursos en un sistema que sea intersectorial, en red, y con la orientación de que los pacientes puedan sostener un proyecto de vida. Nosotros concebimos a los sujetos en situación. La dimensión psicopatológica no es la única variable. La persona no es un diagnóstico, puede devenir en cualquier cosa. Algunos se interesan en el periodismo radial, pero lo que se busca es que tengan la posibilidad de estar de otro modo.”
Los devenires llevaron a que dos sueños colifatos estén próximos a concretarse: la posibilidad de transmitir todos los días y tener su propio estudio de radio. “Hemos soñado con transmitir todos los días y desde 2011 tenemos una señal de prueba 24 x 24, con música más micros a través de Internet. También es un objetivo central poner un estudio fuera del Borda para los externos. Podemos trascender los muros porque se ganó un lugar. Queremos conservar el espacio de los sábados en el hospital y tener un lugar afuera. Hace 10 días ganamos por concurso un subsidio de la Afsca, a través del Fondo de Fomento Concursable, y vamos a montar el estudio en nuestra oficina de Villa Ortúzar. La idea es formar equipos mixtos entre externos y alumnos de escuelas de periodismo y que la radio sea un espacio de inclusión económica para quienes la hacen. Vamos a tener una buena antena y vamos a aumentar la potencia. Sí, se va a poder hacer.”
La radio durante la represión
Más allá de las emisiones de los sábados, Radio La Colifata jugó un rol importante el 26 de abril pasado, cuando la Policía Metropolitana reprimió a pacientes y médicos del Borda que se oponían a la demolición del Taller Protegido Nº 19.
“Yo estaba en París, donde dirijo un servicio de acompañamiento social a pacientes, y me llamó la coordinadora Verónica Kazimierczak, desesperada, me contó que los colifatos estaban en el medio de la represión y ella fue ahí y puso la radio a un costado del hospital. Desde temprano hasta las 5 de la tarde estuvo la palabra como refugio con las balas de fondo. No sólo fueron los pacientes, sino que se acercaron enfermeros, médicos y vecinos. Fue una resistencia pacífica que demostró que hay otros modos de resolver las cosas”, contó Alfredo Olivera, fundador de la radio.
Sin embargo, las consecuencias de ese hecho continúan. “La intrusión de la Policía Metropolitana tuvo efectos devastadores. Es un tema que vuelve y vuelve todos los sábados, casi de manera traumática. Es una escena imposible de significar, fue un hecho de violencia inimaginable que entraran así a un hospital público y de salud mental”, dice el psicólogo. Hoy, asegura el profesional, “la mayor incertidumbre de los pacientes es que se los traslade a una clínica privada lejos de su barrio, sus amistades y de todo lo que conocen”.
Por último, Olivera llamó la atención sobre una frase que se repitió en los medios acerca de la peligrosidad del operativo de la Metropolitana “con toda esa gente deambulando”. “¿Se deambula por loco o porque no hay coordenadas que te anclen a un proyecto? La salud mental tiene que crear brújulas y sentidos. A lo ‘deambulatorio’ hay que oponer lo ambulatorio: lugares transitorios entre la internación y la externación.” (fuentes Agencia Telam, Página/12).