La presidente Cristina Kirchner y el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, compartieron el 28 de octubre un acto en el Hotel de los Inmigrantes por el Bicentenario. Al hacer uso de la palabra la Jefa de Estado instó a trabajar en conjunto con la Ciudad. En uno de los pasajes de su alocución dijo: “Tenemos que seguir trabajando para, por ejemplo, hacer que la reserva ecológica deje de ser un yuyal y sea como nuestra Central Park, pero al lado del río, mucho mejor”.
Es probable que Cristina Kirchner no esté al tanto de las ordenanzas que protegen a este parque natural de la Ciudad para que siga siendo una reserva de plantas que se desarrollaron espontáneamente y aves y otros animales que prosperan en ella. Existe además consenso social para que este increíble regalo de la Naturaleza siga siendo lo que es. No tiene porqué convertirse en un émulo del Central Park. Buenos Aires ya tiene un “Central Park”. Se llama Parque Tres de Febrero y es mucho más extenso que el original de Nueva York.
Tampoco debe saber la Presidenta que Macri ya quiso convertir a este predio de 300 hectáreas en algo más que un “Central Park”. En las propuestas de su primera campaña por la gobernación de la Ciudad figuraba convertir a la Reserva en una suerte de parque deportivo y náutico.
Es cierto que ahora Macri ha dejado que se transforme en un yuyal. Si la presidenta visitara el predio de 300 hectáreas podría ver que las malezas han invadido (sólo) lo que supieron ser las tres lagunas que tuvo la Reserva desde sus orígenes y que al depender del régimen de lluvias han desaparecido por completo desde hace meses.
Pero la solución no consiste en urbanizar el yuyal sino reemplazarlo con agua. Para ello hay que hacer obras. Las perforaciones que se realizaron en administraciones anteriores permitieron comprobar que el agua del subsuelo no es apta por su elevado grado de salinidad. Para que la Reserva vuelva a ser lo que era se imponen otras soluciones. Es evidente, sin embargo, que ello no se logrará con este gobierno de la Ciudad que suele confundir desarrollo urbanístico con progreso y al que no le interesan el medio ambiente ni la ecología.
Quizás la Madre Naturaleza nos sorprenda con un verano muy (pero muy) lluvioso que mitigue la sequía, restablezca algún grado de equilibrio natural y aliente a volver a algunas de las 250 especies de aves que proliferaban en otros tiempo. De lo contrario el desafortunado reclamo de la Presidenta podría prosperar en terreno fértil y avanzar más que los yuyos de la Reserva.
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