La salutación del 31-12-2019, llevaba por título “Amanece que no es poco” El saludo del 31-12-2020 se titulaba “No hay otro tiempo que el que nos tocó vivir”. El del 2021 “Un saludo con un pie en la esperanza y otro en el escepticismo”
Ahí se decía entre otras cosas que “El 2022 transcurrirá con la posibilidad de un acuerdo con el FMI, que lleva la certeza que nunca hay buenos acuerdos con ese auditor de acreedores, con las luchas que se desarrollarán para mejorar significativamente la distribución del ingreso, con la probabilidad cierta de que la economía siga creciendo, continuando la convivencia con el COVID, que cuando parece camino a su derrota, siempre origina una nueva cepa. Con ese panorama, el saludo lleva la fuerza del optimismo de la voluntad y el escepticismo de la inteligencia”
El 2023 nos espera embarazado de incertidumbres y con cierta desazón bastante generalizada. Termina un año con una inflación descontrolada contra la cual salarios y jubilaciones pierden y los grupos concentrados de la economía engordan sus balances en porcentajes desusados. La desigualdad se profundiza y en medio de un desconcierto bastante generalizado, un gobierno arrinconado y al borde del abismo, fruto de una experiencia fallida, más allá de haber enfrentado una sucesión de plagas conocidas, otras inesperadas e infrecuentes, una herencia sin beneficio de inventario, y una oposición de donde surgen declaraciones -que calificarlas de desafortunadas es un gesto de generosidad- y propuestas que parecen volver a darle la razón al notable Enrique Santos Discépolo en su letra de Cambalache: “¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!”
El polifacético ensayista francés Jean Paul Sartre sostenía: “No quiero morir en el desencanto, pero hay que tener fundamento para la esperanza”. El dos veces presidente del Brasil Fernando Henrique Cardoso sostenía: “Cuando esperamos lo inevitable, ocurre lo inesperado”. Pero lo inesperado hoy, sólo llegará mañana como consecuencia de la lucha y de la reivindicación de la política como hace poco el ingenio popular lo expresó en una pancarta: “La política consiste en convertir lo imposible en inevitable”
Brindemos entonces porque ocurra lo inesperado, la aparición del oasis en el desierto. Y para que no sea un espejismo, no lo debemos esperar sentados.