El Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a través de la Subsecretaría de Patrimonio Cultural y la Dirección General de Museos, convoca a la inscripción para el sorteo de puestos nuevos en la Feria de San Pedro Telmo, organizada por el Museo de la Ciudad.
Se pueden inscribir para participar en la tradicional feria de antigüedades y cosas viejas en la Plaza Dorrego, Humberto I y Defensa, personas mayores de 18 años con su DNI. La inscripción es personal y se realizará del 22 al 26 de enero, de 10:00 a 14:00, en la sede del Museo de la Ciudad, Defensa 219. Allí también se hará el sorteo para los puestos el día 30 de enero a las 10:00 hs.
La opinión de los feriantes
( www.feriadesantelmo.com/menu.htm)
Tener uno de los 270 puestos de la Feria de San Telmo es difícil, casi exclusivo y sólo es una posibilidad que se les da a quienes cumplen con una serie de requisitos: se entra por riguroso sorteo a medida que van quedando los puesto libres y se debe disponer de mercadería anterior a los años 70′, no se puede dejar el puesto, el titular tiene que estar siempre y sólo puede tener a un ayudante durante dos horas, son algunos de los compromisos que asumen los puesteros y que, afirman, se respetan a rajatabla. Además, cada tres meses se realiza un sorteo para cambio del lugar que ocupa cada puesto en la plaza. La organización está a cargo del Museo de la Ciudad, creador y continuador de la Feria.
La Feria recibe cerca de 10 mil visitantes por domingo, entre los cuales, un alto porcentaje está compuesto por turistas de todo el mundo. Con el correr de los años, los puesteros han logrado desarrollar una verdadera clasificación de turistas, según el perfil de sus compras: así, en vez de fijarse quiénes compran, los feriantes pueden establecer de dónde es un turista, sólo con ver qué compra. Los franceses, elegantes por naturaleza, prefieren la bijou o los vidrios; los brasileños, —alegres y llamativos— se inclinan por los metales y objetos de colores; los italianos, las joyas antiguas y, los españoles, fieles a su pasado, eligen los mantones, los abanicos y las pinturas, traídas al país por sus propios abuelos.