Telerman y los límites del pragmatismo

EL IMPUESTAZO DEL ABL. NOTA DE OPINIÓN

El Jefe de Gobierno saliente ya nos tiene acostumbrados a medidas pragmáticas, como la alianza electoral con Elisa Carrió, por ejemplo. Después de la derrota no hay registros de que se hayan vuelto a ver o hablar. Pero en su momento los números parecían favorecer el rejunte y el pragmatismo de horizonte breve se impuso por sobre otras consideraciones.

Que Telerman haya tomado en los estertores de su mandato una medida que deteriora severamente su imagen pública, sólo puede pensarse (nuevamente) en una lógica de conveniencia con los números. En este caso los números son los del déficit, cuyo rojo carmesí no resistiría justificaciones ex post facto si no puede transformase antes. Entregar un balance con cuentas equilibradas difícilmente haga prosperar investigaciones acerca de cómo se llegó a obtenerlas. Los excesos en la propaganda electoral disfrazada de gestión oficial, las contrataciones directas de obras con fines electoralistas y otras erogaciones no autorizadas quedarían convenientemente ocultos tras el rótulo final.

¿Qué otra finalidad podría tener sino tomar una medida que “no es simpática”, según el mismo Jefe de Gobierno expresara anoche frívolamente en un programa televisivo?

Las mismas inconsistencias del decreto revelan un modus operandi conocido que privilegia cierto oportunismo temerario por sobre la racionalidad y la lógica política.

La falta de un estudio serio en apoyo del brutal aumento del ABL revela la intención de la medida: no hay explicación posible fuera de cerrar como sea las cuentas, sin déficit.

Si se quiere, es otro fotograma de una película que empezó inmediatamente después de la derrota. La secuencia se venía dando en otros escenarios pero el malo actúa siempre de la misma manera: mete la mano en el bolsillo ajeno sean contratistas de obras que paraliza, empleados irregulares de la administración a quienes les baja sus estipendios o partidas aprobadas para salud que cancela, por citar algunos casos.

En ese contexto la última maldad era inexorable. Pero ésta, a diferencia de las otras que perjudicaban a sectores, está dirigida a todos los porteños. Si a todo ello se agrega el apoyo de Macri, principal beneficiario de la impopular medida —ya que lo libera de tomarla cuando asuma— queda poco margen para especulaciones fuera de un pacto de recíprocas conveniencias. Y en ese sentido ¿Qué puede decirse del ¿”lapsus linguae”? de Feito?

Telerman da la cara, pero las reacciones generalizadas prometen convertirla en punching-ball. Anoche en el programa de América TV, el joven economista Maximiliano Montenegro se cansó de pegarle. La lista de los anotados es larga e incluye desde voluntarios particulares, ONGs, gremios, toda la oposición (desde luego menos el macrismo) y hasta el mismo Gobierno Nacional.

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