Tsutomu Yamaguchi (1916-2010) en agosto de 1945 padeció el bombardeo atómico de Hiroshima y días después el de Nagsaki. Asentado en Hiroshima como ingeniero de Mitsubishi, sobrevivió la deflagración el día 6, abordó un tren hacia su ciudad natal de Nagasaki el 7, arribó el 8 y experimentó el segundo bombardeo atómico el 9.
En los últimos años de su vida Yamaguchi’s se convirtió en un activista independiente por la paz que compartió su testimonio relatando los horrores de las armas nucleares. Su mensaje acerca del peligro de las tecnologías nucleares cobró mayor importancia luego del desastre de la central atómica de Fukushima y en estos días tras el ataque del Ejército ucraniano en su territorio a la usina atómica, operada por fuerzas invasoras rusas. Autoridades instaladas por Rusia en la región ocupada de Ucrania denunciaron que el Ejército ucraniano bombardeó la central nuclear de Zaporiyia, la más grande de Europa, el último de una serie de ataques a la planta controlada ahora por tropas rusas.
El ataque desató una ola de acusaciones cruzadas entre Moscú y Kiev, mientras se dispara la alarma por las “consecuencias catastróficas” que puede tener el bombardeo, según advirtieron autoridades del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
‘La conclusión es que no debería haber energía nuclear en nuestro mundo’. En su cumpleaños 91, dijo Tsutomu Yamaguchi cuando se le preguntó sobre la energía nuclear actual. Aunque la explosión de Hiroshima se produjo a tres kilómetros de donde él se encontraba, resultó herido con quemaduras de gravedad en todo su cuerpo. Tres días después, cuando regresó a Nagasaki, Yamaguchi se encontraba una vez más a unos tres kilómetros del centro de la explosión, salvando su vida. Pero sus cicatrices emocionales fueron profundas, ya que perdió a sus hijos y a su esposa por las secuelas. Con la imagen del ‘Jigoku’ (infierno) humano grabado en la memoria, se dio cuenta de que su experiencia ‘necesitaba llegar al mundo’. Sus palabras hicieron precisamente eso, ya que las Naciones Unidas y el cineasta James Cameron se sintieron conmovidos por su mensaje. El documental, ‘Twice Bombed’, narra la apasionada súplica de paz de Yamaguchi y sirve como un recordatorio del lado muy humano de un problema que enfrenta el mundo en general.