Por Pablo Llonto, especial para la Agencia Walsh
Pablo Llonto, uno de los periodistas que más investigó sobre lo ocurrido durante el Mundial 78, se pregunta sobre la legitimidad del triunfo argentino en fútbol y la responsabilidad de todos aquellos protagonistas del campeonato de la dictadura.
No es una historia más de la dictadura. Aunque parezca un Mundial de Fútbol, lo ocurrido en junio de 1978 es una sombra que se desliza por todos los hogares argentinos. Es curioso. Casi no existen símbolos en las ciudades que recuerden aquella Copa. Dicen que en algún pueblo del Norte un hotel aún lleva el nombre “Mundial 78”. En Buenos Aires, cuesta hallar un gauchito, un poster de los campeones. Que les pregunten a los jugadores del seleccionado que capitaneaba Passarella cuánto tiempo tendrá que transcurrir para que no sientan la condena que acompaña cada reportaje sobre 1978. Ni toda el agua bendita del mundo alcanzará para lavar las culpas de un hecho deportivo que a todos nos parece intragable.
En pocos días se jugará en River “La otra final, el partido por la vida y los derechos humanos”. Será el 29 de junio. El instituto “Espacio para la memoria” intentará que el match entre futbolistas de hoy vs. Estrellas de ayer sea “un evento que permitirá difundir lo que se intentó tapar con el fútbol en la Argentina de la dictadura militar: los campos de concentración como la ESMA, que funcionó a pocas cuadras del estadio de River, y las denuncias que se hacían en el exterior por violaciones a los derechos humanos“.
Si el país decidiera prestarle atención a este encuentro, podríamos hablar del inicio de un reconocimiento colectivo que buena falta nos hace. El fútbol y sus dirigentes y protagonistas (con las excepciones del caso) jamás le pidieron perdón a los desaparecidos. Que tres décadas después tengamos la fortuna de escuchar las primeras voces sobre el tema estará bueno.
Pero que se nos permita una duda. O más.
¿Pedirá perdón Julio Humberto Grondona el presidente de la AFA desde 1979, que un año antes era el tesorero de la Asociación durante los tiempos de la canilla libre de dólares?
¿Pedirá disculpas la Editorial Atlántida por la triste carta inventada al capitán de la selección holandesa en la que el jugador le decía a su hija que de los fusiles de los soldados argentinos salían flores?
¿Hará un acto de contrición el entrenador Menotti por no haber aprovechado su momento de gloria para repudiar a los militares?
¿Deplorarán los dueños de los medios de comunicación sus editoriales nacionalistas y mentirosos de entonces?
¿Pondrá Sergio Renán las cosas en su sitio y recomendará que su película “La Fiesta de Todos” sea exhibida varias veces en la TV Pública bajo una leyenda que diga “así no debe hacerse nunca más el cine argentino?
¿Se inmolará Félix Luna cuando observe la filmación en la que se lo aprecia arriba de un balcón mientras caen papelitos y se afirma que los argentinos ganamos el Mundial para demostrarle al mundo qué buenos somos?
¿Reclamará Ernesto Sábato un cura y un confesionario para decirles que se averguenza de haber cerrado la ceremonia de premiación de los campeones con todos los uniformados en las bien servidas mesas?
¿Editará el Comité Ejecutivo de la AFA un nuevo libro de Memorias señalando que uno de los más grandes errores de nuestro deporte fue promocionar al marino Carlos Lacaste como representante argentino en los estrados de la FIFA aún en los tiempos democráticos?
¿Renunciará al Comité Olímpico Argentino (COA) su presidente Julio Cassanello, ex intendente de Quilmes durante la dictadura y quien dentro de unas semanas presidirá la delegación celeste y blanca que concurrirá a los Juegos Olímpicos de China 2008?
¿Seremos capaces de reconocer como sociedad que durante el frío mes de junio fuimos algo así como preservativos de un régimen verde oliva que usó el Mundial para mostrarnos derechos y humanos?
¿Revelaran los popes de la publicidad argentina los nombres y apellidos de los autores de las odiosas frases que engalanaban nuestras infantiles y adolescentes horas frente a la TV? (“Los argentinos somos derechos y humanos”, “Argentina país de paz” “Argentina trabaja y avanza”)
¿No deberíamos golpear las puertas de la sucia FIFA y devolverles la sucia Copa del Mundo 78?